Precuela de Planet of the Apes (68). Un joven científico investiga con monos para obtener un tratamiento contra el alzheimer. Uno de sus primates experimenta una evolución en su inteligencia tan notable que el protagonista decide llevárselo a su casa para protegerlo. Pero pronto las cosas comienzan a descontrolarse.
La saga musical iniciada por Jerry Goldsmith en el filme de 1968 y continuada por el propio autor y por, entre otros, Leonard Rosenman o Lalo Schifrin (este, en televisión), dejó para la historia una serie de innovadoras y atrevidas partituras que dieron entidad a todas sus películas. Danny Elfman, en la versión dirigida por Tim Burton en 2001, no siguió los referentes previos y se centró más en los ámbitos de la acción. Y ahora, Patrick Doyle ni tan solo ha tenido en cuenta que este filme es una precuela del original y nada hay en su música que pueda vincularse al mismo.
La suya es una creación funcional, perfectamente aplicable en cualquier película de acción y que no considera, en ninguno de sus aspectos, los elementos fantásticos del relato. Para Doyle da exactamente igual que lo que se relate es la insurrección de simios: si en lugar de eso la película explicase los avatares de una guerra convencional entre humanos, la música sería la misma. Muy épica y mucha acción, pero muy poca sustancia y absoluta indiferencia. Mucha razón tenía Jerry Goldsmith cuando, pocos años antes de morir, declaró en una visita a Barcelona que hoy en día, sería absolutamente imposible que me dejaran hacer una música como la que hice en 1968. Doyle, lamentablemente, lo ha evidenciado: se ha rendido a los más absolutos convencionalismos del Hollywood actual.