No hay peor desprecio por la música de cine que el que se produce en el entorno profesional, y más si viene de alguien del prestigio de Carlos Saura. El director ha manifestado en una entrevista para la web Platea Magazine unas consideraciones que deben ser contestadas desde el absoluto respeto, que es el que yo profeso por un realizador que tiene en su filmografía algunas de mis películas predilectas, como (por citar unas pocas) Los golfos (59) Cria cuervos (75) Mamá cumple cien años (79) -mi favorita-, Carmen (83) o, por supuesto, La caza (65), cuya música de Luis de Pablo fue analizada en Lecciones de Música de cine, capítulo Música para cazar, donde queda constatado que Saura -tres veces finalista al Oscar- sabe hacer uso de la música con fines dramáticos y narrativos, no solo estéticos y diegéticos como en tantas otras estupendas películas. A la pregunta sobre qué función ha de tener la música en el cine, Saura responde:
Creo que la mayor parte de las películas utiliza la música mal, aunque por supuesto que hay excepciones (...) la música se usa en el cine de una manera grandilocuente, para rellenar espacios, para mantener un ritmo que no se sostiene sin la música y en general, por ejemplo en el cine americano, se utiliza inútilmente. Eso a mí me pone muy nervioso y no solamente ahora, sino también antes cuando se hacían las comedias y la música seguía perfectamente los movimientos de las personas, casi como en los dibujos animados, y luego si hay amor, violines, si hay violencia, una traca… (...) la música, en mi opinión, se ha empleado muchas veces de una forma un tanto grosera, por decirlo de alguna manera.
Es muy grave que, ante una pregunta sencilla y trascendente, el director no responda en positivo sino en negativo. Cuando me formulan esa pregunta -casi obligada en las entrevistas- respondo que la función que ha de tener la música en el cine es la de ser útil a la película, servir para construirla, crear ambiente, dramaturgia o narración, dependiendo de los casos. Ser parte de un todo (la película) y remarcar, complementar o incluso contradecir aquello que se relata en el resto del filme. Es obvio, es verdad y es contestar en positivo. Sabemos que en ocasiones la música se utiliza mal y que hay incontables bandas sonoras malísimas y deshonestas (¿acaso no hay también incontables películas malísimas y deshonestas?) pero son tantas las bandas sonoras cuya aportación al arte cinematográfico ha sido capital que es una barbaridad reducirlas a ser excepciones.
Al contrario de lo que afirma Saura, la mayor parte de las películas utilizan la música adecuadamente, aunque por supuesto que hay excepciones. Otra cosa es que sean más o menos interesantes, innovadoras, atrevidas o que aporten algo nuevo, pues ciertamente estas son las menos. Pero sostener que la mayor parte de las películas utiliza la música mal es como venir a decir que la música en el cine es un gran error, un fracaso o, lo que es peor, un obstáculo para el buen cine. Del mismo modo, es dañino generalizar afirmando que la música se usa en el cine de manera grandilocuente, para rellenar espacios, para mantener un ritmo que no se sostiene sin la música sin resaltar a continuación que muchas veces no es así, o que cuando es así ¡puede ser algo absolutamente positivo! Desde The Bride of Frankenstein (34) y también antes nos encontramos con una larguísima lista de películas con músicas grandilocuentes (Psycho) que rellenan escenas (Vertigo) y que, efectivamente, mantienen un ritmo que decaería sin ella (North By Northwest) Y podríamos hablar no solo de Hitchcock, sino de Leone, Ford, Kurosawa, Lean, ¡de tantos! Cierto es que la música ha sobreactuado muchas veces, y esto en su momento lo denunciaron casi todos los grandes compositores del Hollywood clásico, obligados a escribir más música de la necesaria, y aunque lo observamos aún en el cine de hoy, se ha ponderado considerablemente. Yo lo he denunciado y de hecho publiqué un editorial donde aporté una definición poco ortodoxa: Wagner en la micción.
Saura tiene también palabras para Williams y para Zimmer:
John Williams hace una música demasiado llamativa y se queda en la memoria de los espectadores porque son películas muy populares… sin embargo otras músicas resultan maravillosas y apenas se escuchan (...) Dentro de la música de cine hay un tal Zimmer que hizo una música que me encantó para El código Da Vinci, una preciosidad. Lo que pasa con estos compositores es que trabajan con un gran equipo en grandes laboratorios como si fueran arquitectos. Revisan cosas pero la música la hacen otras personas aunque quizá la idea naciera de él.
John Williams no hace músicas demasiado llamativas... hace las músicas que necesitan las películas, pues por algo es uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos. ¿Qué es una música demasiado llamativa? ¿Las de Star Wars? ¿las de Indiana Jones? ¿Debería Williams, según Saura, componer para cuartetos de cuerda u orquesta de cámara cuando trabaja en un filme de gran aventura o de un extraterrestre bucando regresar a casa? Por otra parte, y por supuesto dejando al margen que Williams tiene abundantes músicas nada llamativas y tan excelentes como las que sí lo son, ¿qué más da que haya músicas maravillosas que apenas se escuchen si lo que importa es lo que sumen a la película? Entiendo que Saura se refiere a lo extracinematográfico, puesto que si sugiere que es necesario que la música sea escuchada allá donde quizás deba funcionar siendo solo oída (leer ¿oír o escuchar?) entonces habrá que plantearse si Saura sabe lo que es la música de cine.
Saura se equivoca adoptando un rol esnob cuando afirma lo de hay un tal Zimmer ¿Un tal Zimmer? En este punto me recuerda a no pocos cinéfilos (que lo son y que saben mucho) cuando se hacen los despistados y días después de los Oscar afirman haberse enterado de que habían dado esos premios que no me interesan. No es algo relevante, pero sí la actitud. En lo que respecta a lo de los grandes equipos y laboratorios donde la música la hacen otros, si lo que importa es el resultado en la película, el cómo se llega a ella es lo de menos. De todos modos Saura vuelve a generalizar: Desplat, Morricone, Williams, Iglesias y muchos más no trabajan así y Zimmer es autor de su música, afirmar lo contrario sin pruebas es otra falta grande de respeto y generar desinformación entre los lectores. Pero lo de Zimmer es anecdótico. Más grave me parece lo que dice sobre Roque Baños:
Conozco músicos de cine como Roque Baños, que trabajó conmigo, pero que su obra está supeditada a hacer películas para ganar dinero, porque tiene mucho talento y podría hacer una cosa fantástica si tuviera el valor de dejarlo todo.
Desconozco si Baños le ha hecho esa confidencia a Saura y si efectivamente su propósito en el cine es solo el de ganar dinero. ¿Quién no necesita pagar la luz, el agua, el colegio de los niños? Incluso aunque el compositor solo tenga ese propósito y no haya en él intenciones creativas ni artísticas, Saura da a entender que Baños está malgastando su tiempo y su talento en hacer cine y que debería abandonar el infierno del cine para hacer cosas serias y fantásticas fuera de él. Viniendo de un director de cine esto es lo peor, no solo por el desprecio total por la labor de los compositores de cine (muchos de ellos también cineastas) sino especialmente por expandir la idea desde dentro del cine que la música en el cine es sustancialmente irrelevante, irresponsable, mala, perjudicial y prescindible. Salvo excepciones, claro está.