John Debney es la gran estrella invitada al MOSMA de este año. Hoy ha participado en una charla, anticipo al gran concierto que mañana dirigirá y que cerrará, seguro que formidablemente, la nueva edición del festival. Ha sido un encuentro que ha durado unos noventa minutos, buena parte de los cuales se han dedicado obviamente a las preguntas y otra parte -prescindibles- a la traducción de las respuestas: MOSMA hará bien en incorporar en su próxima edición la traducción simultánea, tal y como sucede en Cracovia por ejemplo, para que el tiempo total con el compositor sea mayor.
Respecto al contenido de estas charlas, conducidas estupendamente y preparadas al detalle por la presentadora Isabel Vázquez, es un formato que no creo sea el más interesante, pues se basan en hablar mucho más de biografía, de temas profesionales y de vivencias que de cine, que a la postre es a lo que se dedican los compositores, a hacer cine con su música. Esta misma mañana ha habido una charla a cuatro con Iván Palomares, Arturo Cardelús, Isabel Royán y Paloma Peñarrubia pero no se ha hablado absolutamente nada de lo que es más importante: sus películas, lo que han hecho, lo que han aportado, lo que han transformado. Con Debney ha pasado lo mismo, ha sido en parte un repaso wikipedia con anécdotas y momentos muy emotivos, pero Debney (como los españoles mencionados) daba muchísimo más de sí.
Esta es una apreciación personal que no pretende minusvalorar ni cuestionar, en absoluto, unas charlas que tal y como se han producido (todas, no solo las aquí mencionadas) han sido buenas, útiles y válidas... pero de alguna manera acaban siendo endogámicas por estar dirigidas básicamente a los seguidores de esos compositores, no a un público cinéfilo a quien las anécdotas vivenciales de esos compositores puede no interesar nada, como sí en cambio escuchar a Debney hablar sobre el proceso de construcción dramática y cinematográfica de The Passion of The Christ (04), más allá de cómo le vino la inspiración para escribir el tema de María. De hecho, en este caso concreto, la pregunta de un asistente (Asier G. Senarriaga, buen conocedor de la música de cine) estuvo entre lo más interesante de la hora y media de charla: el que los coros no fueran empleados para la divinidad sino para la humanidad, un intercambio de roles usuales que el propio Debney corroboró. Una declaración como esta, o la de Palomares afirmando que Mi formación previa como actor me sirve mucho a la hora de afrontar la composición para cine, porque puedo entender qué está queriendo transmitir el actor (que es una declaración no concluyente sino que abre la puerta a un campo muy extenso) harían de estos encuentros lecciones de cine de provecho para mucha más gente, incluidos naturalmente los aficionados a las bandas sonoras. Y el destino de este tipo de formato no son los talleres, especializados para estudiantes de música, sino el público en general, porque asi se explicará mucho mejor el fundamental rol de la música de cine y se dará mayor difusión y relevancia a la aportación de los compositores. La charla que dio Daniel Pemberton en Barcelona, por ejemplo, hubiera hecho las delicias entre los asistentes al MOSMA, pues fue mucho más apasionante que la que se ha escuchado en Málaga. Ciertamente nadie acudió a escucharle en Barcelona (lo denuncié en el editorial Pemberton sin su audiencia) lo que demuestra que hacer una buena propuesta de nada sirve si no hay una buena organización. Y MOSMA tiene una organización estupenda. Solo hace falta que mejoren sus propuestas. Pero es solo un parecer que quiero compartir pero no imponer.