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ENSEÑAR EN LA REALIDAD

02/02/2024 | Por: Conrado Xalabarder

Las declaraciones de Juan Antonio Bayona en la cadena SER acerca del bajísimo nivel de conocimiento de cine entre el alumnado que lo estudia han causado cierto revuelo en las redes pero son absolutamente certeras y es necesario escucharlas para conocer la situación en la que estamos. La entrevista en cuestión, bien resumida por Juan Luis Sánchez aquí, expone la realidad en la que nos movemos quienes también nos dedicamos a la docencia de cine: la gran mayoría de quienes estudian audiovisual no ven cine, no saben de cine, no les interesa el cine que se ha hecho en el pasado y bien poco el del presente. Estudiantes no de arquitectura, medicina o ingenierías, que no tendrían por qué saber nada, sino de audiovisual, con afortunadísimas y muy bienvenidas minorías, eso sí, que por su interés son la salvación anímica y psicológica de los que se implican emocionalmente en la enseñanza.

Llevo casi 25 años en la Universidad enseñando música de cine y el declive que señala Bayona ha sido espectacular. Estoy seguro que muchos lo suscribirán: yo he pasado de tener grupos con los que comentar distendidamente sobre Lean, Coppola, Hitchock o Truffaut a grupos en los que al preguntar por Close Encounters of the Third Kind (77) la abrumadora mayoría no saben ni quién la dirigió y mucho menos de qué va. Hoy no creo que haya más del 10% del alumnado que haya visto El orfanato (07), por citar a Bayona, ni siquiera películas en cartel: es imposible pretender disertar sobre el uso de la música en las últimas de Victor Erice y de Scorsese porque no tienen ni siquiera referencias de ellas. Si se pregunta sobre Poor Things (23) o The Zone of Interest (23) a lo más habrá cuatro o cinco estudiantes que sepan de ellas: no que las hayan visto ya, solo que sepan de ellas. En este contexto y en esta situación ¿algún iluso va a suponer que saben quiénes son Jerry Goldsmith, Bernard Herrmann, Nino Rota o José Nieto? Con un poco de suerte Zimmer y Williams sí, pero probablemente serán pocas sus obras las que sepan citar y me atrevo a decir que ninguna las que sepan explicar.

En general, los estudiantes de audiovisuales no ven películas, y cualquiera que crea que Bayona o yo o estoy seguro tantísimos más exageramos debería entrar en un aula y preguntar por la última película vista: hay quienes ni tan solo recuerdan cuál es la última que vieron. ¿Qué hemos hecho mal? No pocas veces he pensado en tirar la toalla y renunciar, decir y decirme me da igual y volver a mi transantlántico de MundoBSO a hacer lo que me apasiona hacer. El punto más bajo al que he llegado -hace unos cuantos años de esto- fue cuando en clase hablando del uso de Beethoven en el cine un alumno me preguntó si me estaba refiriendo al compositor o al perro. Buen, al menos sabía que hay un compositor con ese nombre. ¡Hay esperanza!

Pero no tiro la toalla porque tengo que pagar gastos, pero también porque siempre hay alumnos y alumnas que responden muy bien, que interactúan, y que aunque no conozcan Close Encounters..., a pesar de las increíbles facilidades actuales, sí muestran interés. Y es por estos alumnos por los que vale la pena cualquier esfuerzo. Antes eran mayoría, hoy clara minoría, pero la vela aún arde. Pero creo que de nada sirve llorar, que ya hemos llorado bastante y no vamos a poder arreglarlo, así que hay que olvidar nombres y títulos y focalizarlo todo en las obras: si pretendemos que conozcan y aprendan de cine (en mi caso del cine que se hace con la música) de poco sirve mencionar un nombre que no conocen o un título que no han visto, es hasta contraproducente porque por el desconocimiento no conectarán. Es infinitamente más práctico ir directamente a mostrar la magia conseguida con la música en una secuencia, en un rostro, en un diálogo o en una imagen, sin hacerles pasar por el peaje de un nombre o un título que, por ser desconocidos, no les van a ayudar a conectar con esa magia conseguida con la música en una secuencia, en un rostro, en un diálogo o en una imagen. Que sea la obra la que lleve al conocimiento de la película o sus creadores y no al revés.

Los estudiantes de audiovisuales han elegido serlo voluntariamente, pero una mayoría sin tener base alguna de conocimiento, que no se da completo en las aulas sino que se adquiere con el interés personal. Lo que hay que estimular es ese interés para que puedan llegar al conocimiento. Esta es la realidad y por la salvación anímica y psicológica de los que nos implicamos emocionalmente en la enseñanza lo mejor es olvidarse de poner nombres y títulos como punto de partida y dejarlos en el punto de destino. Sería maravilloso abrir un debate sobre la música de Herrmann en el cine de Hitchcock, pero algo así solo lo he vivido a nivel universitario una vez y fue en México, nunca aquí, aunque sí fuera de la Universidad pues en otros foros hay también otros públicos (mayores, cinéfilos, etc). Creo que es mucho más práctico explicar, mostrar y demostrar los hitos y luego en todo caso ponerles nombres y títulos que no al revés. Frente al casi total desonocimiento es lo único que creo puede funcionar para avivar el deseo de conocimiento.

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