El pasado 12 de septiembre se publicaron en YouTube dos videos que se han convertido en fenómenos virales. A fecha de hoy con casi tres millones de visitas en uno de ellos, The Marvel Symphonic Universe, y más de cuatrocientos mil en el otro, Hollywood Scores & Soundtracks: What Do They Sound Like? Do They Sound Like Things?? Let's Find Out!.
Lo que se denuncia en ambos vídeos lo venimos diciendo desde hace años: en filmes de altos presupuestos ya no parece quedar sitio para la creatividad musical, allá donde sí la hay -porque es una necesidad de rigor- en otros departamentos artísticos como los efectos especiales, los decorados, el vestuario o incluso el sonido. Del compositor parece esperarse que siga unas pautas preestablecidas por quienes no son compositores (generalmente, ejecutivos) y se le imponen músicas a imitar para completar el filme: son los tan a menudo diabólicos Temp Track (pistas temporales), que encorsetan y limitan las opciones de sumar al resto del filme algo que sea genuino y personal. Pero sobre todo es una completa falta de respeto y una muestra de la desconfianza en la capacidad del compositor.
Ciertamente no se puede esperar poética musical en un filme cuyo título acabe en un número, pero hay compositores con probado oficio para satisfacer las necesidades comerciales e industriales de este tipo de películas y solo la absoluta falta de consideración justifica que se les pida imitar allá donde pueden crear. Hay, es verdad, compositores miembros del mismo panal de abejas bien formadas y preparadas para elaborar la misma miel, y seguramente celebran participar en este modus operandi del juego de la imitación no solo por el dinero que ganan sino porque seguramente asocian docilidad y eficiencia -valores en alza- a más trabajo, más dinero y quizás poder acceder a alguna película donde poder marcar diferencias con el resto de las abejas. Otras abejas del mismo panal que han aprendido a elaborar su propia miel, y aquellas que ya de buen principio son autoras de miel de marca, también se ven sometidas a la imposición de algún ejecutivo que opina de música sin saber ni lo que es, o de un montador que se arroga la función de compositor, sin ni tan solo haberse interesado en escucharle. Que nadie se ofenda si comparo a los compositores con abejas. No soy yo: ¿qué consideración creéis tienen sobre ellos los que solo esperan la imitación?.
Esta práctica daña mucho, muchísimo a la música de cine, la desprestigia, hace que a ojos de muchos no sea más que una vulgaridad… y no son pocos los aficionados, espectadores y comentaristas que celebran entusiastamente este juego de la imitación, y más cuando se presenta con grandes fuegos de artificio orquestales. Y aunque este modo de fabricación de la música ofrezca resultados tan poco defendibles, no debe ensombrecer la inmensa contribución al cine de no pocos compositores, que al hacer música, hacen cine con ella. El éxito de estos videos puede ayudar a cambiar las cosas, aunque temo que seguramente todo seguirá igual. Y aunque expone algo ya conocido, sirve para que muchos cientos de miles de personas (una cantidad asombrosa) repare en algo que probablemente desconocía.
Pero también hay un efecto adverso, que puede ser terrible. Los videos no exponen la otra cara de la moneda, y esos casi tres millones de personas que han visto uno de ellos pueden quedarse con la idea que lo de la música de cine consiste en un shakesperiano imitar o no imitar, esa es la cuestión, en lugar de aprovechar para hacer ver de manera tan generalizada lo mucho que aporta la música a la construcción de la película. El cine que hay en ella, los compositores como cineastas. No me extenderé en este aspecto pues el lector de MundoBSO sabe perfectamente a qué me refiero.
Ha aparecido un nuevo vídeo, en respuesta a los anteriores, que se titula A Theory of Film Music, y creo que en términos generales puede fomentar una visión sumamente equivocada e injusta de lo que es la música de cine. Para empezar, porque presupone que todo consiste en imitar, mencionando nada menos que a John Williams y a su galáctica contribución en la saga galáctica. A nadie se le escapa que cada compositor es consecuencia de aquellos que ha estudiado, de los que se ha enriquecido, que le han formado. Pero una cosa es la influencia, otra es el plagio. Si yo escribo Amaneció con un Sol espléndido, con seguridad en mil novelas se habrá escrito esa frase, pero nadie en su sano juicio me puede acusar de plagio si el conjunto de mi novela va por caminos diferentes. Además, incluso en el supuesto de la imitación más o menos deliberada, a la película no le interesa la originalidad, sino la funcionalidad. Y aunque sea grato ser original además de funcional (en lo que supone ser constructor de la película, que es lo más importante) este vídeo viena a dar a entender que todo es The Imitation Game en la música de cine.
Para empeorarlo, el uso de la cita de Theodor Adorno es cuando menos perverso: se hace referencia a algo que el teórico dijo a principios de los cuarenta, cuando ni Herrmann, ni Goldsmith, ni Morricone, ni cualquiera de los compositores cineastas que tanto sumaron al cine habían siquiera comenzado a construir narración. Y se hace uso de esa cita como si hoy siguiera vigente. Nuevamente, en este vídeo no hay ninguna referencia al uso de la música como elemento narrativo.
El éxito de estos vídeos contribuye a difundir muchas cosas criticables, pero si no van acompañados de cierta didáctica el efecto, temo, será que todo se reduzca a averiguar si las películas juegan o no al The Imitation Game. Puede que sea poner más piedras en el camino.