Andrés Moret nos plantea el siguiente tema:
Muchas veces me pregunto si una banda sonora estupendamente bien considerada en el momento en que se estrenó con su película puede, al cabo del tiempo, perder esa buena consideración o incluso convertirse en una mala banda sonora. ¿Qué opinión tenéis al respecto?
------------------------------
En principio estas valoraciones suelen producirse -y me refiero a la música aplicada- cuando vemos una obra del pasado con la mentalidad y las costumbres del presente, pero no creo que sea del todo justo. El ya no se hacen las cosas así no debe ni puede ir en detrimento de creaciones que, en su época, funcionaron bien y sirvieron para construir la película. Además, envejecer no significa envejecer mal: hoy ya no se hacen bandas sonoras con los códigos y modos de Casablanca (43) y no por ello ha envejecido mal. Recordemos los homenajes vintage que hicieron de aquella gloriosa época tanto Miklós Rózsa autoreferenciándose en Dead Men Don't Wear Plaid (82) o más recientemente Thomas Newman en The Good German (06). En ambos títulos se ponía creaciones de un contexto concreto (los años cuarenta) en otro muy diferente (los ochenta y ya entrado el Siglo XXI), y fueron llamativos por el contraste con las nuevas realidades. Y fueron espléndidas creaciones.
Pero, claro, en filmes-homenaje. ¿Podría funcionar hoy en día una banda sonora como estas que hemos citado en películas sin vocación de mirar al pasado de la Historia del Cine? Con seguridad no: el cine ha cambiado y el público para el que se hace también. Pero siendo esto así, no significa que aquellas partituras hayan envejecido mal. Simplemente, son de otra época. En 1969, por ejemplo, se estrenaron tres westerns, y de alguna manera cada uno de ellos se correspondía musicalmente a una época diferente: la mirada a la tradición del pasado de John Williams en The Reivers; el presente pop de Burt Bacharach en Butch Cassidy and the Sundance Kid, y la vigorosa creación adelantada a su tiempo de Jerry Fielding en The Wild Buch. Las tres, en sus peculiaridades, fueron estupendas, aunque ciertamente la de Bacharach es la que se nota hoy más añeja. Pero, una vez más, no por ello ha envejecido mal.
Creo que hemos de tratar separadamente las consideraciones que puedan tener quienes por su corta edad y la falta de conocimiento y/o sensibilidad consideren que Alex North es un peñazo anticuado. Esto sucede ciertamente y está muy extendido especialmente entre quienes no saben ni quienes eran Hugo Friedhofer o Armando Trovajoli, ni conocen casi nada de la música de cine del Siglo XX. Pero es un problema de conocimiento y cultural, que se resuelve con conocimiento y cultura. Pero, como he indicado, es un asunto a tratar separadamente porque tiene muchas derivadas que aquí y ahora no corresponde comentar.
Yo creo que puede atribuirse haber envejecido mal a aquello que ya estaba viejo en su momento, que por la razón que fuera funcionaba deficientemente de partida, aunque entonces no se vieran sus limitaciones pero que el paso del tiempo y los muchos avances sobre el entendimiento de la narrativa musical se han encargado de evidenciar aun más las torpezas de origen.
Este agosto, por ejemplo, he revisado Mary, Queen of Scots (71), con música de John Barry, que hacía muchísimos años que no veía. Pero tras leer el libro John Barry. De James Bond a la eternidad (sobre el que publiqué un extenso comentario, John Barry al descubierto), quise ver si había algo relevante en el filme, dado que los autores nada interesante han expuesto sobre ella, más allá de significar la belleza de la música. Una vez vista la película, mi decepción con el trabajo de Barry fue monumental, tal y como he detallado en las nuevas consideraciones puestas en su ficha en MundoBSO, a la que me remito. Claramente, ya era una banda sonora oxidada en su momento, porque lo que era esperable que cumplimentara, narrativa y dramáticamente, no lo cumplimentó mientras otras muchísimas películas, incluso anteriores, sí lo hacían. Y por esta razón el paso del tiempo acentúa su mal envejecimiento.
En su conjunto, de todos modos, Mary, Queen of Scots se deja ver bastante bien, especialmente gracias al electrizante duelo actoral entre Vanessa Redgrave y Glenda Jackson. Si hubiera tenido una mejor creación en lo musical, sería otro cantar. Y así creo, finalmente, que la clave para determinar si ha envejecido mal es observar el buen estado de la botella (el resto de la película) y pensar cómo sería con un mejor vino dentro de ella. Lo que no sucede con los clásicos que, aunque viejos, son pura exquisitez al gusto.