Una de las consecuencias más letales para la música cinematográfica que causa y causará el Covid-19 es la desaparición de los conciertos. Ya en Estados Unidos se hizo saber que no regresarán a la vida pública hasta bien entrado 2021, y las perspectivas en España no parece que vayan a ser mejores. Con la política del distanciamiento social, donde los aforos deberán ser drásticamente reducidos y los asistentes separados estos eventos dejarán de formar parte de una experiencia colectiva y su viabilidad será complicada. Esto pondrá en riesgo también a los festivales de música de cine, que tienen en los conciertos su principal reclamo y su fuente de ingresos más importante. Son estos tiempos difíciles en los que aún nadie sabe cuándo podermos volver a la normalidad.
Estos días de confinamiento y de preocupación se están lanzando iniciativas loables que de alguna manera mantienen vivo el espíritu de comunidad entre los aficionados a la música de cine y que vienen a querer destacar y significar que la separación y el aislamiento no lograrán romper la unión y la unidad con la que se hace la música: si la orquesta no puede juntarse para llevar la música a la gente, pues se junta a modo de grabaciones individuales y, en formato de puzzle visual, la música revive. Lo hemos visto con los montajes hechos por, entre otros, la Film Symphony Orchestra, Fernando Velázquez o el mismísimo John Williams y la Boston Pops. Son bellas iniciativas que no suplen la experiencia real del concierto pero sí sirven para recordar lo enorme (y necesaria) que es la experiencia.
El Festival de Cracovia puso en marcha una estupenda iniciativa de ofrecer directos con breves conciertos solistas de compositores polacos; esta semana tuvo lugar un ciclo de conferencias en streaming relacionadas con la música para videojuegos, con conciertos en similar formato incluídos, o FIMUCITÉ ha tenido la brillante idea de archivar ordenados una selección de los mejores momentos de sus muchos conciertos en el nuevo Canal Fimucité, del que informamos esta semana. Todas estas, y muchas más, son iniciativas que podían haber tenido lugar antes de la crisis, pero que habiendo aparecido como respuesta a la crisis seguramente han llegado para quedarse, y probablemente no dejarán de hacerse nunca. En estos tiempos tan complicados, son conciertos que se necesitan para poder sobrevivir.