Decía François Truffaut que «el escritor escribe su novela con la pluma y el cineasta lo hace con la cámara», pero hay afortunadas ocasiones en que este también lo hace con la tinta de la música: el propio Truffaut, en la casi totalidad de filmes que hizo con Georges Delerue. Salvo en sus tres últimos en los demás empleó la música como segunda voz en off, como mirada y relato externo, no orgánico, de sus personajes, a los que explicó mejor y de modo más completo con la partitura del afortunado compositor francés.
No es muy habitual ver este tipo de escritura cinematográfica hecha también con notas musicales, pero es lo que ha hecho Pedro Almodóvar en La habitación de al lado (24), que hoy se estrena, con un Alberto Iglesias extraordinario y sublime. Para evitar malas interpretaciones por aquello de que Iglesias parece intocable y no hay en España quien pueda cuestionarle, me remito a mis consideraciones sobre Madres paralelas (21), su anterior filme con el director que le valió nada menos que una candidatura al Oscar, y sobre la que argumenté también con vídeo que su música me pareció muy torpe y muy confusa. Por tanto, estas palabras de elogio que dedico al compositor más elevado de nuestra cinematografía lo son porque realmente considero que con este trabajo él eleva nuestra cinematografía.
Hablo de Iglesias pero sobre todo debo hablar de Almodóvar, pues me parece claro que el compositor ha sido sustancialmente un mediador, un perfecto canalizador de la visión y la explicación del director sobre sus personajes. No es exactamente igual que lo de Truffaut, porque aquí la música sí entra a fondo dentro de las protagonistas, pero es claro que a la novela le faltaba contenido y la música de Iglesias ha sido el texto y la gama de colores que le faltaba a ese relato. Es por esta razón que aconsejo vivamente no escuchar en la película a Alberto Iglesias sino verle e incorporar su música como parte de la mirada y voz del director. Las dos mujeres se redimensionan de modo infinitamente más completo, complejo, humano y hermoso que si se deslinda la música y se siente como un ambiente o acompañamiento. Me parece una obra de arte. El comentario que hoy he publicado sobre ella es completamente provisional, solo he visto el filme una vez. Cuando pueda regresaré a él, lupa en mano, para descifrar todo aquello que Pedro Almodovar ha querido dejar escrito con la literatura musical de Iglesias.