Parece incontestable que Alberto Iglesias será candidato y ganará el Goya por su maravillosa La habitación de al lado. Solo queda por dirimir qué cuatro finalistas le harán los honores. La Academia ha hecho pública la lista de las bandas sonoras que cumplen los requisitos para poder optar a nominación, que en principio habrán de anunciarse el próximo mes de enero. La ceremonia tendrá lugar el 8 de febrero, el mismo día en que John Williams cumplirá 93 años.
Arnau Bataller parece tener casi asegurada su plaza por El 47, aunque más por el efecto arrastre de una película de éxito que probablemente alcanzará muchas candidaturas. Lo demás queda muy abierto: pueden entrar Victor Reyes con Escape y Fernando Velázquez tanto por su majestuosa Buffalo Kids como por su intimista y hermosa La casa. Si ha de entrar ojalá sea por esta última, mucho menos llamativa pero a la vez mucho más expuesta que la película de animación. Alguna opción tiene Arturo Cardelús con Guardiana de dragones (Dragonkeeper), pero de tener que escoger una banda sonora para animación ojalá la Academia considere Mariposas negras como opción a nominar. La aportación de Diego Navarro no es perfecta pero sí tiene el enorme valor añadido del compromiso con que impregna y de que se impregnan sus notas musicales, lo que es suficiente mérito para ser reconocido.
No conozco aún lo que ha hecho Zeltia Montes en Salve María, pero es la compositora (no solo en el género femenino) que más riesgo e interés está aportando a nuestro cine últimamente. Fue inaceptable que se la ninguneara el año pasado por Que nadie duerma. Cuatro mujeres más podrían ganar nominación: de las tres, la más probable es Aránzazu Calleja por Marco, y con menos opciones están Paloma Peñarrubia y Magalí Datzira, por Los últimos pastores y por Pájaros, respectivamente. La cuarta mujer sería Vanessa Garde, hiperactiva con nada menos que siete propuestas. Está casi completamente encasillada en comedias banales y sus músicas lamentablemente son cada vez menos interesantes por rutinarias, pero lo que ha hecho en Anatema -que pasó con muchísima más pena que gloria por los cines- es algo diferente y un tipo de música que evidencia un potencial infrautilizado.
Por cierto, se aprecia un leve retroceso en la presencia de mujeres, en la tabla con la evolución de la presencia de compositoras en el panorama cinematográfico español, teniendo como referencia la lista anual de películas optantes a candidatura que publica la Academia (datos publicados a partir de 2009):
Nota: Los años hacen referencia al período abarcado, no al año de concesión del premio. El número de compositoras indica el de bandas sonoras compuestas por mujeres, no el número de mujeres puesto que una compositora puede tener más de una banda sonora.
Finalmente, me es obligado denunciar nuevamente la tropelía contra la música de cine que se recoge en las bases de los premios, exigiendo un absurdo porcentaje del 15% de presencia en la película para poder optar a candidatura. De todas las categorías la de música es la única que está coartada absurdamente por estúpidos porcentajes, salvo animación, a cuyas películas se pide que tenga un 90% de animación. Esta absurda norma tumbó el pasado año la BSO de Federico Jusid para Cerrar los ojos. Lo denuncié en el editorial La Academia se descalifica y lo reitero:
En las bases de la convocatoria no se pide ese 15% mínimo a intérpretes o a creadores de efectos especiales, por lo que un actor que aparezca en el 10% del filme o unos maravillosos efectos visuales que ocupen el 5% de la película sí podrían ser honrados. ¿Por qué no la música? No hay razonamiento que pueda sostener que una presencia mínima de la música no pueda resultar una aportación máxima. ¿Es con el 16% lo que hace a la música digna de ser reconocida? Dicho en román paladino: la norma es una estupidez suprema y supone, por imponer una cuota de presencia, no entender ni respetar la aportación de la música en el cine.
La única razón que justifica la existencia de este porcentaje es la de considerar a los académicos incapaces de discernir si una aportación mínima de la música es fundamental o es irrelevante. En la Junta de la Academia los compositores están representados actualmente por Juan Carlos Cuello -que lleva años y nada ha hecho al respecto- y por Vanessa Garde, recién llegada y que está obligada a revertir este porcentaje o marcharse. Aunque no dependa de ellos, aunque sea un porcentaje impuesto por alguien ajeno (un decorador de la Junta, alguien de producción..), ningún compositor o compositora debería aceptarlo. Por buscar una referencia de peso, eso no está en las bases de los Oscar de Hollywood. Muy lamentable.