Anoche en TV3 se emitió en el programa Retrats, de Jaume Barberà, una larga entrevista a Carles Cases donde el compositor expone su actual situación profesional y económica, que es dramática. Este es el enlace para poder verlo. Está en catalán y de momento no está subtitulado. Nunca en una televisión española se había emitido una entrevista tan devastadora sobre un compositor de cine, si bien tratándose de Cases habrá que especificarlo como una entrevista tan devastadora sobre un compositor que hace/ha hecho cine, como enseguida explicaré.
Tras el resumen que hace el presentador de su extenso currículo, Cases comenta:
"Ahora no tengo nada. Hace cuatro años que se me cerró el grifo, quizás cinco o seis, y… los dos primeros años fueron muy duros, porque ni tenía moral para escribir. Ahora he conseguido que cada día me levante y escriba. No me paga nadie pero lo que quiero es tener mi dignidad como mínimo (…) entiendo muy bien a los deshauciados que se han suicidado."
Atribuye su falta de trabajo a la crisis y al hecho que la mayor parte de los directores con los que colaboró ya son mayores y no hacen películas. Pero también a los modelos actuales:
"Los directores nuevos te piden el sonido de Hollywood (...) Se han creado unas escuelas donde van todos a estudiar y se les enseñan unos patrones muy concretos. No quiere decir que sean músicos, ni que hayan nacido para hacer música, pero les enseñan esos patrones que comercialmente funcionan muy bien con la película, y yo esto no lo hago (...) En Hollywood hay un compositor y dos millones de copiadores (...) Un compositor de Hollywood no es un compositor, es una empresa".
Cuenta Cases que su vida es la música, que ha llegado a no querer tener hijos para ser libre y sin ataduras y poder dedicarse a la música, y cuando el entrevistador le pregunta "¿Y por qué te quejas, si lo has elegido?", contesta:
"Porque también me gusta comer postre. Y si algún día he de ir a Barcelona a hablar con alguien, no tener que ir al capellán para que me dé dinero para pagar la gasolina".
También expresa su malestar porque los programadores musicales no encuentran hueco para él en salas de concierto y festivales. Respecto a un concierto dedicado al religioso y poeta Pere Casaldàliga explica que tras dedicarse un año a componer la obra, solo la ha podido representar en dos sitios, y no en lugares capitales sino menores.
"Pongo en duda a los programadores. Muchos de ellos no saben ni música. Los que conozco no saben. Son políticos".
Carles Cases es un genio. Y es una desgracia, inexplicable e injustificable, que esté pasando por estas penurias cuando tantos mediocres y tramposos están llevando vidas de lujo. Esta aseveración es supongo tan obvia como compartida por los lectores, y es aplicable a mucha otra gente con talento que tiene complicaciones para llegar a final de mes. Se me escapan las razones por las que un músico como él no está dando recitales por todo el mundo, pero siendo como es un compositor que solo quiere devocionarse a componer ("no me sé vender", dice también en la entrevista) se hace evidente que no solo faltan promotores sino también agentes con talento musical, pues los conciertos de música (de cine o no) de Carles Cases son extraordinarios.
Cases responde muy bien al patrón del artista (genial) atormentado del Siglo XIX... pero en el pellejo de alguien que vive en el XX y XXI. Atormentado y a veces atormentador, pues no es precisamente de trato y carácter siempre fácil... y si un compositor -aviso a navegantes, porque no son pocos los que conozco con altas cualidades en lo creativo y bajas habilidades en lo diplomático- quiere dedicarse al fascinante medio cinematográfico debe empezar entendiendo que el cine es un equipo y el director no es ese que "te trata como si fueras un taxista" (palabras suyas en la entrevista), sino alguien que también tiene opinión y que si no la compartes tendrás que hacer diplomacia y seducción para hacerle cambiar de parecer, no enviarle a hacer puñetas.
"Esta es posiblemente una de las causas por las que no tengo trabajo, porque me he enfrentado, he dicho cosas (a los directores) y no precisamente "eres muy guapo".
Como tantos otros compositores que se han enfrentado a directores y productores y han salido escaldados o directamente quemados, la diplomacia y el saber conceder debe entenderse como una estrategia. Ni todo el cine es "Hollywood" (no me imagino a Cases haciendo música para explosiones ni choques masivos de automóviles) ni todo el cine que no es "Hollywood" da libertad absoluta al compositor. Cases nunca aceptó que podía asumir un rol de dominio (narrativo) pasando por el filtro de la sumisión a los códigos cinematográficos: "Yo solo quiero hacer la música que me gusta, la que es mía", me dijo tomando un café hace pocos meses. Nunca se ha visto como compositor de cine sino como compositor que pone música a las películas. Y le avisé varias veces, porque no me equivoco: "el cine te expulsará". Porque, lo he dicho hasta la saciedad, el cine es afortunadamente intransigente con los que no respetan sus normas, y ningún compositor que se parasite al cine (incluso en el sentido positivo del término) dura mucho en el medio. Hacer una variación sobre el mismo tema o escribir un par de temas de menor categoría no perjudica al compositor de cine: beneficia a la película, si es lo que demanda.
Carles Cases ha beneficiado muchísimo al cine español y el cine español le debe un reconocimiento. Pero él mismo ha comentado que se ha acotado a un tipo de cine (minoritario) que le permitía no ser compositor de cine sino compositor que pone música a las películas. Y si el ámbito extracinematográfico se tiene cubierto, no hay problema en asumir que las opciones en el cine sean menores, pero no ha sido el caso.
La última vez que hablé con él, hace unos meses en una cafetería cerca de mi casa, en el Paral·lel barcelonés, le animé a ponerse en contacto con directores extranjeros que estaban haciendo las películas que a él le hubiera gustado hacer. Y le mencioné La grande belleza, de Paolo Sorrentino, como modelo de filme en el que encajaría su música. Películas como esa se hacen en Europa, y si esos directores conocieran su música, su refinamiento, su exquisitez, el impacto en todos y a todos los sentidos que provoca su música, en Europa se estarían dando de bofetadas por contar con él. No sé si me ha hecho caso y ha intentado establecer el contacto.
Hay que reconciliarse con el mundo, adaptarse a la realidad y exigencias del medio, moverse o encontrar a quien sepa venderte y saber ceder para ganar. Lo visto ayer en la entrevista es devastador, principalmente claro para Cases, pero también para quienes le admiramos como genio que es.
Este podía haber sido un editorial hagiográfico, lamentativo y de rasgarse las vestiduras, pero sería una hipocresía monumental. El cine español podría y debería saber que con él (su música) puede ganar mucho. Ojalá supere este bache y espero que este editorial sirva especialmente a los compositores jóvenes y ya atormentados que hay que saber moverse, venderse y relacionarse, especialmente con los que te dan trabajo.