Ennio Morricone es el mejor. O quizás John Williams. Los dos se reparten el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020. Ha sido bastante general la consideración de que la decisión salomónica se ha debido a la constatación de que o era uno o era el otro, pero uno y en unos años el otro iba a resultar imposible, y de hecho esta idea es la que, según me explicó uno de los miembros del jurado, determinó la resolución final. Como comenté en el editorial de la pasada semana (récord absoluto de lecturas): cualquiera de ellos sería merecedor individual del premio, del mismo modo que a Coppola y Scorsese no se les entregó conjunta sino separadamente. Es obvio que se les ha querido premiar a los dos y no hay margen de tiempo para hacerlo con uno y, en unos cuantos -muchos- años, al otro.
¿Son Williams y Morricone iguales, idénticos en talento, genialidad e importancia? La respuesta políticamente correcta de otorgar a ambos la misma relevancia es como aceptar la decisión del jurado más como una imposibilidad de elección que por la urgencia de la premiación, y no sería ni cierto ni justo porque Williams y Morricone -que son máximos- no son lo mismo y tratarlos como lo mismo es mal tratarlos, porque no son iguales, como no lo son Bette Davis y Katharine Hepburn, Manuel De Falla y Enrique Granados o Van Gogh y Renoir. Genios y geniales sí, pero iguales no. Destacar sus diferencias es remarcar la importancia en sus aportaciones al cine.
No, claro que no son iguales. Al nivel al que Morricone ha llevado el western Williams no se ha aproximado ni remotamente, y no me refiero solo en lo musical; la altura alcanzada por Williams en el cine de fantasía y Ciencia-Ficción deja a Morricone comparativamente en vuelo casi raso; el cine de compromiso ideológico y político italiano de los sesenta y setenta no se entiende sin Morricone pero el norteamericano no ha necesitado tanto a Williams... y así las diferencias se van ampliando, y los espacios de dominio se van significando.
Yo creo que la aportación de Morricone al Séptimo Arte es superior, más diversa y completa que la de Williams, aunque evidentemente mi devoción por el compositor norteamericano es total y absoluta. Creo que en una encuesta entre aficionados a la música de cine se elegiría a Williams (pues pienso que pese a todo Morricone no es lo suficientemente bien conocido) y en una entre cinéfilos y estudiosos del cine ganaría Morricone (pues pienso que pese a todo Williams no es lo suficientemente bien conocido), pero este debate nos corresponde en realidad a nosotros, los aficionados, porque del mismo saldría lo mejor de ambos, los aspectos individuales que les hacen tan geniales, y con ello cinéfilos y estudiosos del cine comprenderían mejor el incalculable valor y alcance de la aportación de Williams y Morricone al arte cinematográfico. Es un debate necesario, que puede ser positivo, constructivo y beneficioso. Si hay fascinantes discusiones sobre si Picasso o Van Gogh, de las que tanto se puede aprender, no hay razón alguna para no hacer lo mismo con Morricone y Williams. Y en MundoBSO, claro, lo haremos.