Hoy llegan a las pantallas dos bandas sonoras de terror de las que se hablará en los medios, a la vez que otra también de terror que se estrenó hace unas semanas acaba de llegar a nuestra web pero sobre la que probablemente nadie más hablará. Me estoy refiriendo a la de Christopher Young en The Piper (23) y a los medios generalistas y prensa especializada en cine, no a la afición a la música de cine.
The Zone of Interest (23) y Cuando acecha la maldad (23) son las que se estrenan, las dos exponen distintos tipos de terror: el nazi real y el sobrenatural ficticio. En ambas la música contribuye a meter a la audiencia en sus contextos: Mica Levi es una suerte de telonera, una macabra maestra de ceremonias, que durante algo más de dos minutos y sobre fondo negro introduce a quien está presente en el territorio del horror y la depravación más abyecta; el compositor argentino Pablo Fuu está en Cuando acecha la maldad para dañar con esas herramientas de tortura que son los instrumentos musicales que tantas veces en el género han destruido la resistencia de los espectadores. La música de Levi es conceptual y la de Fuu -de la que hablaremos en breve- es ortodoxa. De ambas películas se hablará y seguramente de la aportación de sus músicas también, pero de Christopher Young, que ha hecho la que bien podría ser la mejor banda sonora de 2023, nadie ha hablado ni nadie hablará.
The Piper se estrenó poco antes de las Navidades, sin publicidad y doblada, en pocos cines. No llegué a verla y no conozco que ningún diario ni revista de cine haya dado cuenta de ella: en su ficha en Filmaffinity no hay crítica profesional alguna y sí una mala valoración por parte de, a fecha de hoy, un centenar de personas. No me animé a verla por dos razones: no pago para ver películas dobladas y porque a pesar de que el título en castellano, La partitura, era obviamente tentador, los últimos trabajos de Young en el género me han decepcionado y no quería presenciar más ocasos, así que decidí esperar a verla en alguna plataforma. Tampoco supe de ella por terceros. Nada. Invisible. Ni había rastro de la música, por ninguna parte.
Esta semana ví que Young había preparado una edición promocional para los miembros de la IFMCA (donde MundoBSO tiene tres representantes: yo, Ignacio Marqués y Mario Pons) y naturalmente la escuche. Literamente, me quedé en shock: una maravilla, sublime, lo mejor suyo desde Drag Me to Hell (09), por lo menos en el terror. Nada o casi nada de 2023 se le puede comparar: un diamante totalmente oculto. Por supuesto me lancé a buscar la película y la he encontrado en una popular web rusa pirata de streaming... y yo, que no quería verla doblada al castellano, al final la he visto doblada al ruso. La película es malísima, y no entender lo que se habla es irrelevante, pues el argumento es muy elemental, pero me interesaba saber lo que decía la música y su argumento es absolutamente fascinante: es una obra maestra de finezza, de maldad, de seducciones, de transformaciones y de salvaciones. El argumento expuesto en Filmaffinity da una buena pista: Una joven compositora se encuentra frente a la oportunidad de su vida cuando recibe el encargo de terminar el concierto final de su difunto mentor, que quedó incompleto tras su muerte. Sin embargo, pronto descubrirá que tocar esas notas tiene repercusiones mortales, lo que la llevará a desenmascarar los orígenes perturbadores de la melodía y la malvada fuerza que esta despierta. La música es la absoluta protagonista.
Por lo que sé, The Piper se estrenará en 2024 en Estados Unidos, seguramente de una forma muy discreta o quizás invisible. Es posible que la banda sonora sí se edite comercialmente y que por tanto la gente aficionada a la música de cine pueda disfrutar del arte de Christopher Young. Pero siendo la música protagonista y motor de la historia, es absolutamente fundamental no solo escucharla sino verla en acción y en movimiento. Lo aconsejo vivamente a quien lea estas líneas, pero aviso: hace daño ver la maestría de un compositor de primera en una mediocridad de película cuando hay tanta mediocridad musical en películas de primera. Es lo verdaderamente terrorífico.