Una de las preguntas más frecuentes que recibimos en MundoBSO o que me mandan personalmente es acerca de cursos, talleres y masters de composición para el cine. Llegan de compositores aspirantes, de España y de Hispanoamérica pero también del resto del mundo, y casi todos van en la misma dirección: encontrar un lugar donde formarse y abrirse puertas para trabajar en el medio. No es mi objetivo aconsejar unos o desaconsejar otros, lo que solo haría si alguno contuviera engaño o estafa, pero el aspirante o interesado debería sopesar algunas cosas antes de decidirse por uno, por otro o por desistir. Preguntas fundamentales que aconsejo contestar(se):
(puedes cambiar master por curso, por taller o por lo que sea, y por supuesto ajustar el precio)
Por otra parte, algunas de las aspiraciones más frecuentes son:
Cualquier formación buena es provechosa pero hay que estudiar el beneficio que puede reportar, pues cuando alguien paga mucho es justo que exija mucho. Poco provechoso será tener hecho un master, curso o taller en el bolsillo y que la vida siga exactamente igual que como estaba antes: sin trabajo ni oportunidades... y a lo más con una grabación en CD de una música hecha con estupenda orquesta, que si no va más allá de eso acabará siendo como los book de fotos de aspirantes a modelos que han pagado mucho por tenerlos pero que luego nadie mira. Y eso es algo terrible. Salvo, claro, cuando no se tengan esas aspiraciones profesionales y tan solo se quiera aprender algo nuevo.
Pero en el caso de tener objetivos laborales, ¿qué cursos hicieron Zimmer, Morricone, Williams o Iglesias? Más allá de sus estudios musicales, me refiero. ¿Para qué lo necesitas? Si te falta una formación específica y ahí te la dan con garantías sacarás provecho, salvo que puedas encontrarlo en otro sitio con más horas y más barato: hablando claro, nadie aprende alemán en 40 horas, por si entiendes lo que quiero decir. Otra cosa es que ya sepas alemán pero en ese curso vayas a recibir un complemento a tu conocimiento (terminología médica en alemán, por decir algo) y quien te lo vaya a dar sea confiable. Si es así, lánzate. Pero a cursos caros lo mejor es ir con formación a tus espaldas y buscando llenar las carencias. Nadie aprende alemán en 40 horas, que no te engañen.
No es descabellado sino del todo razonable ser exigente con el profesorado, dado el dinero que se va a abonar. Un compositor que esté trabajando asiduamente en el medio da garantías de conocerlo mejor que otro que -voluntaria o forzosamente- esté retirado, salvo por supuesto que sus conocimientos le avalen y sean ampliamente reconocidos, lo que es fácil de averiguar. Hay que ser exigente porque ciertamente hay cursos (en cualquier ámbito, no solo en el cine) que son también cementerios de elefantes, con profesores oxidados, y lo que está en juego es tu dinero y tu tiempo, incluso aunque estés becado. De ahí que la pregunta ¿qué pretendes conseguir a cambio de pagar los alrededor de X mil euros que cuestan? sea tan pertinente. Por eso es fundamental examinar a los profesores, independientemente de si están activos o ya inactivos, que per se no es algo que sea necesariamente negativo, pues haciendo un símil podemos recordar que Lee Strasberg o Eva Le Gallienne fueron maestros de actores de cine... ¡que casi no hicieron cine! (y ambos serían nominados al Oscar por sus papeles secundarios en The Godfather Part II y Resurrection, respectivamente)
En este editorial no estoy haciendo referencia a los estudios de años, tipo Berklee o la UCLA, que también tienen sus puntos flacos o muy flacos, que en todo caso comentaré en otro momento.
Yo no conozco a director o productor que haya pedido titulación a un compositor, y seguramente ni les importa si tienes uno o veinticinco títulos. De un compositor se espera el conocimiento pleno y no se tiene tolerancia con sus carencias. Los compositores no tienen a su favor el beneficio de la duda ni el de la paciencia, por desgracia. No hay compositores en prácticas. O lo eres o simplemente no lo eres. Y para serlo no puedes permitirte perder el tiempo ni que te lo hagan perder. La formación depende también de ti: ¿cuánto cine ves? ¿cómo lo ves, con qué mirada o perspectiva? ¿qué aprendes realmente al verlo? ¿eres compositor que quiere seguir siendo compositor o eres compositor que quiere ser cineasta? ¿te cuestionas? ¿cuestionas lo que ves? Lee y relee todo lo que puedas sobre música de cine (te sugiero no perderte el editorial Saber empezar, que publiqué en 2016 y que sigue siendo teniendo lecturas) y evidentemente lánzate en busca de esa formación que te falta, que necesitas para completarte y para crecer. Si la sabes buscar y la encuentras entonces puede que hayas hecho una buena inversión.
Pero si vas a pagar un montón y esperas que con eso ya tienes lo necesario para ser un profesional el tiempo se encargará de explicarte cuál es tu verdadera realidad. Llevo demasiados años viendo a jóvenes compositores sintiéndose algo así como los nuevos williams porque tengo un master y los profesores me han dicho que soy fenomenal y de los que nada más se ha vuelto a saber. Sé que nada soluciono con este editorial, pero si haber hecho de abogado del Diablo ayuda a generar prudencia, reflexión y a calcular bien los pasos, entonces sí habrá valido la pena.