La edición discográfica de bandas sonoras es, ante todo, un negocio, desde luego cuando median propósitos de venta. Un negocio que en no pocas ocasiones va vinculado a una labor casi altruista, de puro amor y pasión por la música de cine. Y quienes se embarcan en él no pocas veces acaban con más pérdidas que beneficios, y si siguen y no tiran la toalla es porque a la postre esas pérdidas las pueden compensar con otras ediciones que sí les den beneficios.
En los años que llevo bregando en esta Cruzada a favor de la música de cine, he oído bastantes veces decir el no debería editarla, pero es que me gusta tanto que quiero hacerlo. Los que editan (no nombraré a ninguno, porque estoy nombrando a todos) son benefactores de la música de cine, aunque solo un porcentaje mínimo de las músicas de cine sean finalmente editadas. Respecto a las major, las multinacionales, seguramente les dé exactamente lo mismo sacar al mercado una banda sonora o un CD del último cantante de moda siempre que les genere beneficios, pero eso es también respetable: no está en los escritos que la edición de bandas sonoras tenga que unirse al amor por la música de cine.
Lo que no me parece tan respetable es lo que sucede cuando aparentemente para hacer negocio y sacar tajada el compositor es casi una molestia, cuando lo que importa es no dar a entender que el CD tiene música sino canciones, y que en todo caso la música pase desapercibida, para no peligrar las ventas. Es lo que ha sucedido con la banda sonora de The Beach Bum, editada nada menos que por Milan, y en cuya portada ni tan solo mencionan a John Debney, el compositor y padre de la criatura: ¿Sucedería con un Williams, un Zimmer o un Morricone?
No es difícil imaginar que en Milan -o quizás la productora del filme- habrán pensado que incluir compositor en la portada puede ser anticomercial, que la gente no va a comprar su producto si asustan a los potenciales clientes señalando que en el disco... ¡hay música y además sinfónica!. Mejor vender el CD y, bueno, una vez la gente lo haya comprado, si además encuentran música, pues… ¡nadie obliga a escucharla! No es una película importante y ni si quiera la música del compositor es relevante, pero la autoría debe ser respetada, un compositor de su talla no debe ser ninguneado. Y serlo es una humillación que ningún compositor merece pero que con estos gestos feos luego son demasiadas las veces que los medios de comunicación favorecen irresponsablemente que se entienda que la tarea de un compositor es menor.