Abel Korzeniowski no está teniendo la suerte en el cine que por su gran talento merecería, y parece condenado a la segunda (o tercera) fila, a ser un compositor desconocido para el gran público y a que su exquisita música se relegue a películas que poca gente ve y de las menos gente habla. Hoy se estrena Emily (22) un drama de época con toques modernos que ficciona la vida de Emily Brontë, para la que ha escrito una exquisita música pero que con toda probabilidad pasará con mucha más pena que gloria por las salas de los cines. Este mismo año estrena el drama Till (22), otra obra mucho más que notable, de amplio calado dramático y sensibilidad, nada edulcorada ni melodramática... pero que prácticamente ya es invisible a nivel comercial, de crítica o de premios. Cualquiera de ambas bandas sonoras podría competir con fortaleza en los próximos Oscar, pero de ambas la Academia no se acordará.
En su desembarco en el cine anglosajón, especialmente desde A Single Man (09) todo parecía indicar que la suya iba a ser una carrera meteórica, siguiendo la estela de Jan A.P. Kaczmarek, otro polaco de exquisita escritura musical y además ganador de Oscar. Pero como Kaczmarek, el nombre de Korzeniowski se ha ido diluyendo con el paso de los años y sus trabajos espaciándose cada vez más hasta no hacer apenas cine: desde 2016 tan solo cinco películas, incluyendo las dos de 2022.
Es lamentable que Korzeniowski no se presencie más en las películas, que no le contraten más frecuentemente, porque si hubiera más cine con Korzeniowski habrían más buenas bandas sonoras y todos saldríamos ganando. Me temo que ni Emily ni Till servirán para hacerle más visible, pero ese es un anhelo y un objetivo que espero más pronto que tarde pueda ser realidad.