No pudo ser y John Williams no se alzó anoche con su sexto Oscar, algo deseado por casi toda la comunidad de amantes de la música de cine aunque fuera por razones sentimentales, teniendo presente que han pasado 30 años y ya 22 derrotas desde que se alzara con el premio por su maravillosa Schindler's List (93). Evidentemente Williams no necesita Oscar alguno, su estatus está muy por encima de una estatuilla cuyo estatus baja poco a poco año a año, pero creo que todo el mundo quería presenciar el momento en que el venerable compositor recogiera un nuevo Oscar y con ello la que sería más atronadora ovación tanto en la sala de premiación como en el mundo entero. Hubiera sido esplendoroso, hubiera sido muy emotivo.
Alemania es una potencia mundial política y económica pero su música de cine es bastante desconocida en el mundo. A lo largo de las décadas ha hecho grandes aportaciones que merecen reconocimiento: en MundoBSO tenemos abiertas fichas de más de mil bandas sonoras germanas, de las que casi seiscientas se corresponden a películas de cine. Das Boot (82), de Klaus Doldinger, podía haber sido la primera banda sonora del país en pisar la alfombra roja de los Oscar, pero no fue considerada y ha sido Im Westen nichts Neues (22) quien ha conseguido la primera candidatura y también el primer Oscar. En el apartado de banda sonora, hay que insisitir, porque en el de canción Calling You, de Bagdad Café (88), sí fue finalista.
Fuera del cine anglosajón, hasta ahora habían ganado el Oscar a la mejor música tres países: Italia (Il postino y La vita è bella), Taiwan (Wo hu cang long) y Francia (Round Midnight y The Artist). Hoy es un día de alegría para el gran país alemán, para su cine -el filme de Edward Berger ha conseguido un total de cuatro Oscar, otro hito histórico para el cine alemán-, y sobre todo gran felicidad para el compositor Volker Bertelmann, pero no es un día de alegría para la música de cine y lo mucho que ha representado a lo largo de las décadas en lo dramatúrgico y en lo narrativo. Podía haber sido un Oscar para aplaudir si las tres notas persistentes y muy insistentes con las que Bertelmann se abre camino entre la sangre y barro del escenario llevaran a algo cuando brillantemente son transformadas en emoción humana, desoladora y devastadadora... pero no conduciendo a nada relevante ni en lo dramatúgico ni en lo musical acaban siendo tres notas más de efectos sonoros y ambientales. Tres notas que, injustamente, han dado un Oscar que merecían más cualquiera de las otras finalistas.