No por esperada y hasta razonable la muerte a los 95 años de Richard M. Sherman es menos triste: el legado que ha dejado junto a su hermano Robert, que falleció en 2012, es increíble, y no solo en los estudios Disney, a los que con sus músicas elevaron al máximo nivel, sino en la música de cine en general. Los hermanos crearon varias de las canciones y músicas más hermosas, emocionantes y mundialmente populares de la Historia del cine. Algunas edulcoradas, sí, pero otras de un calado y hermosura incomparables. La banda sonora de Mary Poppins (64), por la que ambos ganaron el Oscar a la mejor banda sonora y a la mejor canción (Chim Chim Cher-ee), es una obra maestra tanto por las canciones como por la música instrumental. Feed the Birds representa, para mí, la quintaesencia de su obra y una de las canciones más memorables de la Historia del cine, que conjuga tristeza con inmensa belleza. La escena en el filme es, además, sobrecogedora.
Los hermanos tuvieron otras siete nominaciones a los Oscar: la canción Chitty Chitty Bang Bang del filme homónimo (de 1968), la música y la canción The Age of Not Believing de Bedknobs and Broomsticks (71), la adaptación musical de Tom Sawyer (73), candidatura compartida nada menos que con John Williams, la música y canción He Danced With Me/She Danced With Me de The Slipper and the Rose (77) y finalmente la canción When You're Loved de The Magic of Lassie (78). No fueron, naturalmente, sus únicas aportaciones a la Disney pero junto a The Aristocats (70) sí las más famosas. Tengo que decir que mi infancia y la de mi generación estuvo claramente influida por sus canciones. Yo nací el mismo año en que Mary Poppins bajó del Cielo con su paraguas para hacer de niñera, así que ví la película algunos años después, pero sí recuerdo vivamente ir al cine con mi madre y hermanos a ver Bedknobs and Broomsticks y sobre todo Tom Sawyer, ambas en sus estrenos, y que en el caso de la segunda no he vuelto a ver pero recuerdo vivamente algunas de sus escenas y canciones. Es increíble que tantísimos años después se retengan emociones en la memoria, cuando tantas veces -y especialmente en la actualidad- la desmemoria llega a las pocas horas.
Como despedida del cine Richard Sherman tuvo la increíble generosidad de ayudar a un compositor emergente, Fabrizio Mancinelli, escribiendo una estupenda canción para el mediometraje Mushka (23), a partir de la cual Mancinelli desarrolló una música en la que se mantiene firme una suerte de batalla musical entre la tristeza y la esperanza. Ha muerto porque le ha llegado su hora, el reloj biológico es imparable, pero se va dejando para generaciones venideras un legado absolutamente increíble.