A priori, la programación presentada esta mañana del próximo MOSMA no parece demasiado atractiva, aunque la trayectoria del festival y la profesionalidad de las orquestas y sus directores son garantía del éxito artístico de sus conciertos. La trayectoria del festival augura asimismo un éxito de asistencia, pero no creo que Diane Warren como invitada principal sea lo que esperaba la afición a la música de cine. Es una autora de canciones de reconocido prestigio con sus 14 nominaciones al Oscar y uno honorífico claramente de compensación, pero es más conocida en Estados Unidos que en el resto del mundo y son contadas las canciones suyas que hayan realmente trascendido no ya fuera del cine sino dentro de él. Personalmente pocas me parecen brillantes (las magníficas Nothing's Gonna Stop Us Now o I Don't Want To Miss A Thing, entre ellas) y la mayor parte me son olvidables. No es como Harold Faltermeyer, que triunfó el pasado año en MOSMA con canciones emblemáticas que todo el mundo conoce y recuerda.
Pero es, claro, una impresión personal que no necesariamente ha de ser compartida. MOSMA tiene el reto de convertir ese concierto de canciones de Diane Warren en una experiencia estupenda para la audiencia, incluyendo a los aficionados que hubieran preferido tener a un compositor de cine como cabeza de cartel. Salvo error mío creo que este será su primer concierto en España, y hasta quizás en Europa, lo que es un gran punto a favor del festival, y a la inmensa mayoría de asistentes al concierto no solo poco les importará que no suene música orquestal sino que seguramente agradecerán que el concierto sea de canciones. Eso también hay que tenerlo en cuenta.
Las presencias de Murray Gold y especialmente Richard Band y Simon Franglen sí resultan más gratas y comprensibles para lo que es la afición a la música de cine. Pero Band queda algo relegado con su concierto del jueves y Gold y Franglen -y nuevamente Band- algo diluidos en el del sábado, un pupurri de temas diversos que, con el título Un viaje alucinante, promete ser, eso sí, espectacular. Esta es una apuesta segura que dará lugar a un evento inolvidable. Para los que somos puristas, mayor riesgo tiene el concierto de reinterpretaciones dedicado Ryuichi Sakamoto. Es una práctica ya marca de la casa que en pasadas ediciones dio resultados discutibles (como algunas reinterpretaciones de Morricone o de música de videojuegos cuestionables). Nada que objetar a estas licencias artísticas pero sería maravilloso ofertar un concierto Sakamoto sin retoques, como genio que era. Aún así cabe esperar lo mejor.
En su octava entrega MOSMA no ofrece su programa más atractivo, la mayor parte de los pasados lo fueron mucho o muchísimo más. La lamentable coincidencia en fechas con FIMUCITÉ, que oferta una programación de alto nivel (ver aquí) puede que le reste asistencia de gente aficionada, pero es absolutamente seguro que, cuando termine, el festival sumará un nuevo éxito de organización, conciertos y de salas llenas.