Tras trabajar diecisiete años en el equipo organizador de FIMUCITÉ Pedro Mérida ha sido despedido por razones que no han sido explicadas: todo lo que se ha transmitido ha sido una escueta nota con la que se zanja una aportación que desde este editorial quiero reconocer y agradecer. En el entorno profesional o activo de la música de cine todos saben quién es, pero es muy probable que la gran mayoría de la afición no lo sepa. Someramente, ha sido el hombre en la sombra del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife, co-fundador del mismo, productor y mano derecha del director del festival, Diego Navarro. Un festival no se levanta si no es con incontables gestiones, papeleos, contactos, tratos, llamadas y rellamadas, entre mil cosas más, y durante diecisiete años -nadie aguanta tanto tiempo siendo incompetente- Mérida ha sido uno de los hacedores del éxito y de la permanencia durante casi dos décadas del festival. No ha sido el único, obviamente, pues el mérito se reparte entre todos y cada uno de sus actores, comenzando por el propio Navarro, compositor y director de orquesta cuya carrera como compositor de cine no es particularmente brillante pero que sí ha alcanzado cotas altísimas dirigiendo FIMUCITÉ y también conciertos en el festival de Cracovia y en otros países de Europa y del mundo.
Cuando se acomete algo tan dramático como es el despido de un estrecho colaborador se espera que los motivos sean de peso y no espúreos. Sean cuales hayan sido las razones que hayan llevado a Navarro a tomar esta decisión, el director del festival asume una responsabilidad lógica: el cambio ha de ser a igual o mejor, desde luego no a peor. En cualquier caso, haya sucedido lo que haya sucedido, para quienes conocemos del trabajo hasta el último momento de Pedro Mérida no es en absoluto una buena noticia. Mérida y yo hemos tenido nuestros más y nuestros menos en lo personal, a lo largo de tantos años, pero esto es absolutamente irrelevante: es y ha demostrado ser un gran profesional, expeditivo y resolutorio, y es una pena que FIMUCITÉ se desprenda de un activo como él. Es exigible que se explique públicamente qué ha sucedido para que Mérida pueda defender su honorabilidad y profesionalidad. Es lo mínimo.
Nuestro mundillo de la música de cine no es diferente al resto del mundo: también estamos rodeados de cigarras, de trepas, de embusteros y cizañeros, de ambiciones desmedidas y egos enfermizos, de adictos al photocall y a los likes, de aduladores (que lo son siempre a cambio de algo), y de mil miserias cotidianas más. Pero sé que nuestro mundillo es mejor con gente como Pedro Mérida que sin gente como él: con sus errores y defectos, sus aciertos y virtudes han tenido muchísimo más peso estos casi 20 años levantando también FIMUCITÉ y porque no merecía un final resumido en una frase, yo le tributo y le agradezco pública y abiertamente su servicio a nuestra comunidad. Espero que lo volvamos a tener pronto aportando tanto como ha aportado a la música de cine en España.