Esta semana se ha lanzado el tráiler de Gladiator II, que en apenas dos días ha superado las 14 millones de visualizaciones pero que también ha despertado polémica por la música elegida, una horrible canción que no solo muestra el mal gusto de los responsables sino también su desprecio a la película y a la audiencia. A buen seguro esta hubiera agradecido escuchar la imponente música con la que Zimmer y Gerrard se significaron en la película del año 2000, incluso aunque nada de ella aparezca en la secuela (cuya música es de Harry Gregson-Williams) porque los tráilers no son tanto resúmenes de las películas como anuncios publicitarios con estrategias de márqueting y dirigidos por lo general a un tipo de público. ¿Y en qué tipo de audiencia se ha pensado quienes han creído buena idea incluir esa terrible canción? Desde luego no el público que en su momento vio el filme protagonizado por Russell Crowe, pues 24 años después ninguno entra a ojos de los tiburones del márqueting en la categoría de joven, aunque muchísimos lo sigan siendo.
Sería razonable que la música del filme original no aparezca en la secuela salvo que haya momentos de rememoración, pues tanto Máximo (con sus dos temas) como Cómodo (uno) fallecieron y con ellos sus músicas. Sí podría aparecer el tema que marcaba el camino al más allá, que expliqué en este vídeo, si es que vuelve a recorrerse. Pero aunque nada de esa banda sonora se reutilice no sería incomprensible utilizarla en el tráiler, pues es lícito utilizarlo para resucitar un espíritu, un recuerdo, una película que ha vuelto.
La espantosa canción puede ser de muy mal gusto y antiestética pero no puede decirse que dañe a la película ni engañe al público. No creo que haya nadie al que pueda confundirle sobre el tipo de película que va a ser Gladiator II. Sin embargo, con el uso torticero o malicioso de la música en tráilers sí se ha hecho daño a las películas y engañado al público: los de The Hateful Eight (15) o de Bridge of Spies (15), por ejemplo, vendían las películas como de acción frenética cuando no lo son, y son varias de las películas de Shyamalan que se han enfocado como grandes películas de terror cuando, por ejemplo The Village (04), tienen mucho más de dramático: por culpa del tráiler el público esperaba encontrar lo que finalmente no encontró y a quien reprochó no fue al responsable del márqueting sino a Shyamalan.
Si se hace uso de una música falsa para hacer creer que la película será lo que finalmente no va a ser debería poder reclamarse a la productora por engaño: han incitado a comprar la entrada de un filme que finalmente no es el que anunciaban. Pero ese espectador o espectadora que sí reclamará a una agencia de viajes si el hotel no cumple con lo anunciado, no lo hará porque no advertirá ni tan solo recordará que es la música la que le había engañado. A lo más, se quejará si no le ha gustado la película porque no tiene tiros ni persecuciones de coches... pero su dinero no lo va a recuperar! Con la música el tráiler puede ser publicidad muy engañosa, pero en el caso del tráiler de Gladiator II es sustancialmente de mal gusto.