Fui uno de los tantos desafortunados que no pude asistir a los conciertos que dirigió John Williams en Austria, pero desde hoy soy uno de los muchos, miles de afortunados que podemos tener el concierto de Austria en casa. Y habiéndolo escuchado (de momento, solo escuchado) la emoción es desbordante. Podemos racionalizar y analizar incluso asépticamente lo mucho que le debe la música y el cine a la aportación de John Williams pero es imposible explicar el torrente de emociones que genera quien no ha escrito jamás un segundo de música desperdiciable.
Del concierto en Viena dimos buena cuenta en la estupenda crónica que tuvo a bien escribir Gerard Pastor, Beethoven, Brahms, Williams, a la que me remito. Que Williams dirigiera a la Wiener Philharmoniker en el Templo de la Música que es el Musikverein fue un hito y una barrera que se rompió por fin, tal y como Pastor resumió acertadamente:
Viena ha vuelto a hacer Historia. En la música y en la música de cine, que ha conquistado un feudo que se le había resistido (...) Viena simboliza hoy en día la tradición como algo inamovible, el purismo musical y el elitismo (...) Pero queda tan lejos este espíritu de capital cultural que se moldea para adaptarse a los nuevos tiempos que hasta en las mismas filas de la Filarmónica de Viena hubo división ante la propuesta de un concierto de tributo a John Williams con el mismo autor como director.
Es seguro que el festival también austríaco Hollywood in Vienna habrá intentado durante años invitar a Williams, pero no les ha sido posible y que el compositor acudiera a Viena, pero a otro evento, ha sacado a la gran música de cine del gueto de los festivales y eventos especializados y la ha llevado a un nivel de superior reconocimiento. Lamento mucho que no sucediera lo mismo con Ennio Morricone, hubiera sido maravilloso que Morricone hubiera dirigido un concierto en el Musikverein dirigiendo a la Wiener Philharmoniker, y que Deutsche Grammophon lo editara. No es por el repertorio en sí (el de Williams fue bastante conservador, nada innovador) sino por el lugar y el contexto en que se ha producido. Un hito que hace a Williams, si cabe, más inmortal y a partir de hoy podemos siquiera imaginar cómo debió ser el estar esos dos días de magia en aquella sala.
P.D.: la ficha en MundoBSO de esta edición hace la número 30.001 de nuestra base de datos. No hay mejor manera de comenzar el viaje hacia las 31.000!