John Williams es un compositor fundamental en el cine de Steven Spielberg, pero ¿es imprescindible? Su ausencia no fue sangrante ni en The Color Purple (85) ni en Bridge of Spies (15), y tampoco parece que lo sea en Ready Player One, que se estrena hoy en España y cuya música, de Alan Silvestri, está recibiendo elogios. No he visto aún el filme y por tanto no puedo opinar sobre si la ausencia del genial compositor se hace notar en mayor o menor medida, pero realmente ningún compositor resulta tan esencial para un director como para que este no pueda sobrevivir sin él. Y Spielberg no es una excepción.
Creo que probablemente la única excepción la podríamos encontrar en el mazazo que supuso para Federico Fellini la pérdida de Nino Rota: la muerte del compositor afectó enormemente al cine que el director hizo a posteriori, como si la falta de Rota dejara sus películas huérfanas de su espíritu, incluso vacías. De ahí que buscara en otros compositores el mismo tipo de música. Hitchcock sí sobrevivió relativamente bien a su separación dramática de Herrmann, pues hizo películas estupendas (Frenzy, por ejemplo) y no necesitó que se recreara la música que le había dado Herrmann. François Truffaut contó en algunas películas sí y en otras no con la aportación de Delerue, y de lo que habría sido el cine de David Lean sin Maurice Jarre o el de Sergio Leone sin Ennio Morricone solo podemos especular, puesto que en ambos casos desde que se unieron ya no se separaron. Pero no creo que nadie dude que Pedro Almodóvar podrá seguir haciendo buenas películas sin Alberto Iglesias o que J.A. Bayona se desenvolverá bien sin Fernando Velázquez, por más que sea cierto que el cine de Gracia Querejeta ha perdido fuelle sin el aliento de Ángel Illarramendi o el de Daniel Sánchez Arévalo sin Pascal Gaigne. Ningún compositor es realmente imprescindible.
Tampoco lo son los directores de fotografía, los intérpretes, los montadores o los guionistas habituales en el cine de un director, por mucho que hayan contribuido a construir su cine. A veces tendemos -yo el primero- a sacralizar la labor y la importancia de un compositor otorgándole un rol que va más allá del que en verdad le corresponde. Es un error que cometemos por la implicación emocional que tenemos con la música en el cine, la pasión que nos despierta, las ganas de exteriorizar y compartir con los demás lo que significa para nosotros. Pero el hecho real, empírico, incluso brutal, es que un director puede seguir haciendo buen cine sin su compositor de cabecera. Incluso tratándose de John Williams.
Williams puede ser imprescindible en una saga como Star Wars, porque es una saga y su música es la personalidad musical de esa saga, pero con Spielberg a lo más que puede aspirar a ser considerado es a ser fundamental, que es el grado inmediatamente inferior al de imprescindible. Y si asumimos como cierta esa posición de subordinación, entonces podremos resaltar con más criterio, fundamento y razón su increíble aportación en las películas en las que ha colaborado con el director. Celebrarlo y sobre todo enseñarlo para demostrar sin dificultades... la imprescindible labor que ejerce la música en la construcción de las películas. Esto está siempre por encima del nombre y apellido del compositor. Y salvo que lo hecho por el sustituto sea deficiente no debería haber razones para echarle en falta. Salvo por cuestiones estrictamente sentimentales.