Ayer por la mañana se anunció la muerte a los 86 años de Carl Davis pero hoy la noticia no aparece en ninguna de las cabeceras más importantes de la prensa española, ni una simple nota dedicada a este compositor y director de orquesta que tanto impulsó la resurrección de películas de cine mudo, que estuvo varias veces en nuestro país para dirigir conciertos y que deja como legado una mucho más que estimable obra concertista y de música original para el cine y televisión. En el momento de redactar estas líneas -a las 8:30 de la mañana- su fallecimiento no ha sido recogido por ningún diario en España, aunque obviamente sí en los británicos.
Nació neoyorquino pero pronto hizo del Reino Unido su patria, y ahí desarrolló la mayor parte de su carrera. La primera vez que supe de él fue viendo en su estreno The French Lieutenan's Woman (81). Me impactó mucho el trágico cello golpeando a Meryl Streep en el muelle. Conservo el LP autografiado por Carl Davis, a quien pude ver varias veces en concierto y con el que pude hablar en un par de ocasiones. Luego fui conociendo más obras suyas como la magnífica serie televisiva documental Hollywood (80), la no menos estupenda serie dramática The Far Pavillions (84), o la muy bella música de la película Champions (83).
Sus creaciones para el cine mudo le llevaron a convertirse en el compositor más solicitado no solo para poner música a algunos de los grandes clásicos sino también para los conciertos con proyección en vivo, que fueron los pioneros: yo era apenas un adolescente cuando le ví en Barcelona dirigiendo su música frente a la pantalla donde se proyectaba The Crowd (28), de King Vidor, que por entonces no conocía y que me impactó muchísimo.
Varias de las películas mudas a las que puso música ya tenían sus propias partituras, lo que siempre me ha parecido discutible por lo que tiene de alterar una obra artística al eliminar una música que fue elegida para crear la película y buscar con ello más el beneficio propio -económico y artístico- que el de filmes que no necesitan ser mejorados. ¿Se aceptarían Pyscho, Jules et Jim, The Godfather o Jaws con nuevas músicas? ¿Por qué entonces se ve como normal hacerlo con las películas mudas? Ese es mi dilema, pero aunque ciertamente no sean pocos los compositores que se han parasitado a estas películas para exhibirse sin respetar siquiera la esencia dramática, el tempo o la narrativa original, no puede decirse lo mismo de Davis, quien en cada una de sus bandas sonoras para el cine insonoro mostró exquisitez y sabiduría: ahí quedan sus prodigiosas versiones de Intolerance: Love´s Struggle Throughout the Ages (16), Ben-Hur (21) o sobre todo Napoleon (26). Sigo teniendo muchos reparos, pero también Picasso cogió Las Meninas y las hizo propias. Esta labor con el cine mudo, en cualquier caso, no ensombreció sus abundantes trabajos para la BBC, de gran exquisitez, que hicieron de él uno de los compositores norteamericanos más británicos del cine y la televisión.