El miércoles asistí al pase de prensa de Killers of the Flower Moon (23), hoy se estrena y ya cuento las horas para volver a verla. Es una obra suprema, una obra maestra, una lección de cine y para mí una sanación mental y emocional en unos tiempos donde lo usual es ver películas mediocres, malas o hasta infames, hechas con mucho o poco dinero pero sin ningún talento. Scorsese es a sus 80 años un director con un pulso cinematográfico más vital que no pocos colegas que podrían ser sus nietos y que hacen cine que se oxida a las pocas horas de ser estrenado. Scorsese es eterno como eternos son los Ford, los Hitchcock, los Renoir, los Buñuel o los Kurosawa. Pero a su genialidad se suma su respeto y el buen uso que hace de las bandas sonoras: en la filmografía de Martin Scorsese se encuentra prácticamente todo el abanico de posibilidades de la música en el cine.
La música en el cine puede ser un recurso ambiental, dramatúrgico y/o narrativo; puede tener música original y/o preexistente, tener canciones y/o música instrumental... de todo ello hay y se encuentra casi siempre ejemplarmente en el cine de Scorsese: desde las suntuosas melodías de Bernstein de The Age of Innocence (93) al recopilatorio de canciones de Goodfellas (90), pasando por la construcción de personajes también desde la música, como el Jekyll/Hyde herrmanniano de Travis Bickle, o de bandas sonoras que amplifican, profundizan y elevan escenarios y las tramas que acontecen en esos lugares, como en The Last Temptation of Christ (88) o Kundun (97). Hasta con el silencio como herramienta no musical pero muy musical el director experimentó con riesgo y valentía en Silence (16). Es claro que a lo largo de su trayectoria Scorsese ha querido probar distintas maneras de emplear la música, y es evidente que sabe hacerlo.
Temo que esta nueva aportación, esta nueva suma y nueva lección que da en Killers of the Flower Moon sacando buen partido del fallecido Robbie Robertson y su harmónica de la avaricia pase desapercibida por parte de quienes, con razón, celebrarán tantos otros aspectos de la película pero descuidarán considerar este, y temo también que la afición a la música de cine querrá encontrar en un disco lo que solo pueden ver en la película, y que por ello descuidarán considerar lo mucho que aporta a la maestría y magisterio de Scorsese, pues el empleo de la música es, de hecho, consecuencia de la maestría convertida en magisterio de Scorsese. Por lo que a mi respecta debería ser una de las bandas sonoras nominadas a los próximos Oscar.