Este próximo domingo se entregan los Premios Oscar y todo apunta que los dos intérpretes del personaje Arthur Fleck en Joker, Joaquin Phoenix y Hildur Guonadottir, se llevarán las estatuillas. Es lo previsible y sería lo merecido: la fabulosa encarnación que hace Phoenix del Fleck que deriva en Joker no se completa, ni se entiende, ni puede ser celebrada sin considerar la aportación fundamental de Guonadottir, puesto que el 100% de la música está dentro del personaje. Toda la música es él: su dolor, su desquiciamiento, su furia y su locura. Sin música, Arthur Fleck/Joker quedaría inexplicado, a pesar incluso de la enorme personificación de Phoenix. Por ello sería razonable que si el actor gana finalmente el Oscar se lo agradezca a su alter ego, la compositora islandesa.
Lo que no es razonable ni tiene demasiado sentido es que haya quienes aplaudan la película y al actor pero muestren su disconformidad con la música: ¿acaso se quejan también del vestuario, la peluquería, el maquillaje o los diálogos y piden que sean más bonitos? No lo hacen porque entienden, obviamente, que son elementos que dan forma al personaje. ¿Sería razonable protestar por el vestuario de Mark Bridges -también nominado, y por quinta vez, al Oscar- y demandar unos trajes nivel Armani? ¿Criticarían a la maquilladora Nicki Lederman, también candidata, por haber afeado tanto al protagonista en lugar de embellecerlo? Entonces, ¿qué es exactamente lo que se cuestiona de la música cuando esta, como el vestuario, la peluquería, el maquillaje o los diálogos forma parte de la creación del personaje? Y aún más cuando es de todos los elementos el que es más expresivo y determinante pues pone en primer plano y da a conocer todo lo que bulle por la cabeza de Arthur Fleck. ¿En verdad alguien cree que con un vestuario que deliberadamente lo vulgariza, un maquillaje que lo hace horrible y unas frases que evidencian que está loco lo que más le convenía al personaje era una música nivel Bach y no la de un desquiciado, la música rota, demencial, incluso desagradable?
La labor de un compositor (compositora en este caso) es hacer cine con su música, no agradar los oídos de los espectadores. En esta película, una música melódica, ordenada, fácil de escuchar, sería lo mismo que vestir al personaje de Armani: lo estropearía. La labor de un compositor (compositora en este caso) no es pensar en un disco que el oyente pueda disfrutar en su casa sino en una música que pueda servir para que el espectador se crea lo que está viendo. Y si se celebra a Joaquin Phoenix y su superlativa encarnación de un personaje espléndidamente perfilado, entonces no hay otra opción que dar un doble Oscar a una sola interpretación. De las cinco bandas sonoras que optan al premio, ninguna ha llegado tan lejos dramática y cinematográficamente.