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ENCUENTROS EN UNA NUEVA FASE

28/09/2018 | Por: Conrado Xalabarder

Hoy en FIMUCITÉ tendrá lugar la proyección+concierto de Close Encounters of the Third Kind (77), una obra maestra de Steven Spielberg y John Williams. ¿Apreciará el público su grandeza real? Sospecho que no, aunque estoy absolutamente seguro que el evento será impecable y exitoso, como se corresponde a la profesionalidad de quienes intervienen, Diego Navarro al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife y el Tenerife Film Choir. Pero no depende de ellos, al menos directamente, que el público asistente comprenda la dimensión amplia y profunda de la obra que van a presenciar.

Disfrutar una banda sonora no significa necesariamente comprenderla. Sucede por ejemplo, para que se me entienda mejor, cuando nos plantamos ante un cuadro que nos impacta emocionalmente, por su belleza, su composición, o por la razón que sea. Pero si además conocemos las intenciones, trucos o recursos empleados, el mensaje, o lo que sea, comprenderemos mucho mejor ese cuadro y, con seguridad, lo veremos y disfrutaremos de modo más completo. Con la música de cine pasa exactamente lo mismo, porque no es solo una música buena o una música bonita, que es lo que usualmente se entiende y que los conciertos no contribuyen mucho a aclarar.

Hace unos días lancé una encuesta en la página de FB de MundoBSO y en el Club MundoBSO para votar quién mereció más el Oscar musical, si Star Wars (77) o la película de Spielberg, dado que Williams ese año compitió por ambas. El resultado, mientras escribo este editorial, es una aplastante victoria del filme de George Lucas, con un 77% a favor frente al 23%. Es más que obvio que los que han preferido Star Wars no desdeñan, en absoluto, Close Encounters... y viceversa. ¡Son dos obras maestras! Yo voté la película de Steven Spielberg. No tengo absolutamente nada en contra de Star Wars y sí todo absolutamente a favor, pero creo que Close Encounters... está un escalón por encima, y no necesariamente por los asuntos musicales.

La de Star Wars, lo sabemos, es una música sublime aplicada para complementar y mejorar el relato, y la participación del espectador en lo sustancial es inmediata, según se suceden los acontecimientos argumentales y musicales. Es, además, una música expuesta muy en primer plano. Cine con mayúsculas con fórmula musical clásica, incluso deliciosamente añeja. Close Encounters... juega en otra dimensión, la vinculación con el espectador es mucho más compleja y la música importante opera tanto en primer como en segundo plano. Se sustenta en tres temas centrales, con los que Spielberg y Williams hacen película desde la música. Muy esquemáticamente:

  1. El motivo de la comunicación (tema principal). Las cinco famosas notas presentadas como mera fórmula musical, matemática, para la comunicación entre humanos y extraterrestres. Es una música aséptica, programática, que no contiene emoción, solo información. Se aplica en diégesis: la tocan los personajes y es realista. Es evidente que el espectador debe conocerla, racionalizarla y visualizarla, y la gran sorpresa, por absolutamente inesperada, viene cuando esas frías notas se transforman en melodía y de ahí en un gran tema musical -fusionado con la versión instrumental de When You Wish Upon a Star- que eleva la significación a niveles simbólicos, metafóricos y poéticos nunca vistos antes en el cine. Para conseguir esa transformación que busca referenciar la comunión entre humanos y extraterrestres es fundamental que el espectador se haya acostumbrado a tener muy presentes esas frías cinco notas de modo que llegue a creer que no van a dar más de si.
  2. El tema de la atracción (tema central). Es inteligencia pura. Le dediqué uno de los capítulos de Lecciones de Música de Cine, al que me remito y que recomiendo encarecidamente ver. Esta es una música que el espectador no escucha, solo oye sin ser consciente de su presencia. Y es una música que lleva a personajes y espectadores hacia la montaña. Tiene un efecto hipnótico, seductor, ambiguo y de alguna manera es un tema musical que se autoaplaza: se muestra y se esconde, vuelve a mostrarse y volverá a aparecer tiempo después para ir abriendo camino... y cuando personajes y espectadores llegan al destino, esta música que ha cumplido su cometido desaparece para no volver, por innecesaria, a aparecer. No es el tema más importante dramática ni narrativamente, pero sí el que asume una función en el filme mucho más comprometida.
  3. El tema de los militares (contratema). Es un tema básico, sencillo, poderoso y arrogante. Al contrario que los anteriores es estático y no dinámico: siempre significa lo mismo. Y arquitectónicamente viene a funcionar como contrafuerte que ayuda a dar más solidez a los otros temas, pues funciona por contraste, de un modo parecido a lo que Spielberg y Williams harían con el contratema de los adultos en E.T. The Extra-Terrestrial (82)

Hay más músicas, pero es con estos tres temas con los que la catedral de Close Encounters... se sostiene firme y espléndida. Son música, sin duda, pero ante todo y sobre todo son cine. Y ahora vuelvo al principio: ¿qué percibirá esta noche la gente en el concierto? Sospecho que la gran mayoría solo estupenda música y, lo que puede ser peor, solo música para acompañar imágenes y transmitir emociones, que es lo que lamentablemente no pocos creen que es la música de cine. Terrible. Y yo pregunto: ¿no sería interesante explorar la posibilidad que este tipo de eventos de proyección+concierto fuera además (para quien quisiera) una lección de cine? Nadie objetará que cada uno disfrute del evento como quiera, como nadie puede objetar el plantarse ante un cuadro a recibir solo el impacto emocional. Pero generalmente en un museo o una exposición pictórica existe la opción de adquirir información, bien en cartel junto al cuadro o bien en folleto o guía, y con ello mejorar considerablemente la experiencia de ver el cuadro.

Mientras los conciertos+proyección (hablo de este y hablo de cualquiera) solo sean un espectáculo maravilloso y útil desde la perspectiva estrictamente musical la inmensa mayoría seguirá viendo el trabajo del compositor como empapelador o gondolero, no como cineasta. Hace falta dar un paso adelante y facilitar al gran público un encuentro con la música de cine en una nueva y definitiva fase: explicar el cine que hay en la música. Lo que no sea eso, solo será espectáculo de música y de cine pero desde luego no de música de cine.

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