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El sector profesional de la composición para el cine en España lleva mucho tiempo soportando una presión difícilmente asumible y en no pocos casos inaceptable, y una Orden gubernamental con las mejores intenciones puede acabar por empeorarlo todo aún más. Esto no es una hiperbólica dramatización de la realidad sino una constatación de hechos que llevan años sucediendo en la profesión y a los que ahora se suma el año de vigencia de la Orden CUD/582/2020 del Ministerio de Cultura y Deporte, sobre cuyo impacto y parecer se han expresado un total de 41 profesionales respondiendo nuestro cuestionario. MundoBSO lo ha hecho porque había que hacerlo: hay que sacar a la luz las preocupaciones y tensiones del sector para encontrar soluciones que ya son urgentes, y esa ha sido nuestra única pretensión, no avivar una guerra de sexos o cuestionar la presencia de la mujer en la composición para el cine.
La cuestión a dirimir es en qué medida real la Orden estimula y pone facilidades para la mayor presencia de la mujer en la profesión y sobre todo a costa de qué. Quienes han participado en nuestro cuestionario ya se han manifestado y los resultados los hemos expuesto y comentado en diversas entregas. Me remito a la lectura de esos artículos -que aparecen al final de este editorial-, pero se hace evidente la polarización en función del género. Como muy bien razona Dion Baillargeon, es destacable, no obstante, que el sentimiento de perjuicio entre los hombres sea más intenso que el de beneficio entre las mujeres (...) Es posible, por tanto, conjeturar que quizá los hombres se sientan más perjudicados que las mujeres beneficiadas.
Porque de lo que estamos hablando es de trabajo y la necesidad de trabajar es acuciante en la inmensa mayoría de los y las profesionales, se entiende que la pérdida de un trabajo por cuestiones de sexo genere una gran irritación y frustración. No, la profesión no es solidaria, corporativa ni hermanada, ojalá lo fuera pero no lo es. Y no porque haya profesionales que sean egoístas, insolidarios y malas personas (que seguro los hay) sino porque la realidad lo imposibilita: todo el mundo necesita películas, todo el mundo quiere trabajar, pero hay muchas más personas necesitándolo y queriéndolo que películas en el mercado, así que la competitividad es feroz. Esto se suma a usos y abusos de los que tanto hemos hablado (mengua de presupuestos, maltratos varios, editoriales rapiñeras, gente ofreciéndose gratis, intrusismo y un largo etcéra) y ahora también una Orden que expulsa a varones para priorizar a mujeres.
Si en un país hubiera 100 arquitectos y 100 arquitectas, y de ellos 90 arquitectos trabajando y 90 arquitectas en paro deduciríamos que algo no está funcionando nada bien en ese país, si realmente creemos que hombres y mujeres son iguales. Alguien muy conservador y anti-regulación podría decir que el mercado elije a los/las mejores independientemente del sexo pero habría que preguntarle -y a saber qué contestaría- qué le hace pensar que las 90 arquitectas son peores que sus colegas varones. Seguramente, rascando un poco, saldría la vieja pintura de los embarazos, las reglas, los hijos y tantas otras razones que en el pasado bloquearon el acceso de la mujer al mercado laboral. El problema que se plantea en el sector de la composición para el cine en España es que no hay 100 arquitectos y 100 arquitectas, sino una desproporción enorme, con muchísimos más hombres que mujeres, aunque afortunadamente cada vez haya más.
¿Puede la Orden corregirlo o quizás pervertirlo? Si por conseguir financiación se buscan mujeres hasta debajo de las piedras (y entiéndase en ello no profesionales, ni siquiera compositoras, incluso tapaderas de hombres, como se ha alegado) entonces claramente la Orden bienintencionada se pervierte y provoca perjuicios graves que nada tienen que ver con la igualdad sino con una severa desigualdad no a nivel de género sexual sino de categoría profesional.
Esto, así, no puede seguir siendo así. Efectivamente la educación, formación y promoción de mujeres para la composición es una medida fundamental. Ha sido muy comentada entre los encuestados, aunque por tratarse de algo con resultados a medio/largo plazo imagino que para algunos el indicarlo pueda ser una manera de querer quitarse un problema de encima, pues si se anulase la Orden y se confiase en la formación para equilibrar el balance durante el proceso entonces habría menos competencia. Hay que impedir la discriminación por razones de sexo, que es inaceptable, pero no generando situaciones que son injustas y, en algún caso, hasta corruptas. Lo que impone el apartado de la Disposición que indica Para obtener puntuación por la presencia de mujeres en cada uno de los puestos que se detallen en las convocatorias, será necesario que la participación sea exclusivamente femenina, excepto para el caso de guionistas no responde a una realidad del mercado laboral en la composición para el audiovisual, y debe corregirse a la vez que hacer lo posible para que no haya una sola compositora discriminada por ser mujer. Pero tal y como está la situación a día de hoy parece que la búsqueda de la deseada igualdad está produciendo más bien una inaceptable desigualdad.
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