El estreno hoy en los cines de Vice (18) permitirá constatar el potencial y la proyección como cineasta de Nicholas Britell, compositor aún desconocido y todavía no destacado entre el grupo de nuevos músicos norteamericanos del que forma parte junto a, entre otros, Dustin O'Halloran o especialmente Justin Hurwitz, cinco años más joven y que le hace algo de sombra pues capta mayor atención e interés. Pero tanto Vice como If Beale Street Could Talk -de la que hoy publicamos comentario en MundoBSO- deberían colocarle en una posición más visible, porque hay algo en este autor que lo significa y que tiene que ver con la clase, el refinamiento y exquisitez de su música en unos tiempos donde parece que eso no tiene importancia.
Me refiero sustancialmente a estos dos trabajos, que podrían incluso colocarle por partida doble a las puertas del Oscar, a las que ya llegó gracias a Moonlight (16) En esta película de Barry Jenkins, que ganó el Oscar al mejor filme en aquella ceremonia donde Warren Beatty proclamó triunfadora a la película equivocada, la música no acabó de encontrar un sitio relevante, pero aún así aportó gran distinción gracias al tema principal, sencillo, breve y bello, que aparecía para acudir al rescate del protagonista en puntuales ocasiones, donde lo abrazaba, daba ternura y lo exponía en su fragilidad y necesidad de afecto. No iba mucho más allá, pero era una misión cumplida interesante y también muy inteligente.
Estas tres bandas sonoras de Britell tienen el denominador común de hacer uso de lo que vendría a ser un minimalismo maximalista, esto es, con los mínimos recursos musicales y temáticos lograr los máximos resultados dramáticos y narrativos. En el caso de If Beale Street Could Talk es claramente constatable con su hermoso y exquisito tema principal, sencillo pero profundo, que conoce algunas repeticiones y transformaciones que mantienen estable un tono de apacible melancolía (...) Participa muy activamente en hacer de la película una experiencia emocional y sensorial, a modo casi de poema sinfónico expuesto a través del dolor y la aflicción, tal y como he indicado en la reseña. En el caso de Vice, el tema principal es mayor porque mayor es el protagonista (en If Beale... la protagonista es una sencilla mujer y en Vice nada menos que el vicepresidente de Estados Unidos) Pero aún así vuelve a operar con un tema principal que resalta las luces y sombras del personaje, con versiones cálidas, otras íntimas y también momentos quebrados y disonantes, tal y como escribí.
Pero no estoy celebrando lo que son buenas arquitecturas narrativas y estructurales, aunque sea gratísimo comprobar cómo un tema principal es tan bien aprovechado tan útil, sino que con Britell parece que importa y mucho buscar la máxima calidad y, sobre todo, la auténtica personalidad. Y a ello añado que lo hace con una música bien calculada y ciudadosamente preparada para ser metida piel adentro de los personajes y explicar muchísimo de ellos, otorgando además tanto a Chiron (Moonlight) como a Tish (If Beale Street Could Talk), ambos afroamericanos de extracción humilde, una gran categoría y dignidad personal. Los explica, los complementa y además los reviste. Si esto se mantiene en futuros proyectos, estaremos ante uno de los grandes compositores del cine contemporáneo.