Hoy llega a los cines la película española más esperada del año, La sociedad de la nieve (23), de Juan Antonio Bayona, con música de Michael Giacchino, en su segunda colaboración con el director. Ambos se conocieron personalmente en el maravilloso y lamentablemente extinto Festival de Música de Cine de Úbeda, en 2010. El compositor recién había ganado el Oscar por Up (09) y Bayona ya estaba en primera línea gracias a El orfanato (07). Fui testigo del que probablemente fue el momento en el que comenzó el camino que les ha llevado hasta el estreno de hoy: íbamos paseando por las calles de Úbeda, tras unas ponencias -probablemente de uno de los dos- y era la hora de comer. Creo recordar que en el grupo además de Giacchino, yo y Bayona también estaba Fernando Velázquez, y un par o tres de más personas. Pasamos por delante de una pizzeria y alguien dijo: entremos a comer aquí. Yo no pude quedarme porque tenía que preparar algo -no recuerdo qué- para las actividades de la tarde en el Festival, en el que colaboraba, así que entraron en el restaurante al menos ellos tres, tampoco tengo memoria si alguien más, quizás David Doncel. Lo cierto es que esa comida, y las charlas que debieron producirse entre ambos en los días previos y posteriores, forjó la relación. Úbeda, como en otras ocasiones, creó la magia.
Luego, es sabido, Bayona y Velázquez hicieron dos películas más, Lo imposible (12) y A Monster Calls (16), y Giacchino sería convocado para la siguiente, ocho años después de la pizza: Jurassic World: Fallen Kingdom (18). No me gustó ese trabajo, desde luego comparado con la trilogía musical que se había hecho con Velázquez, pero nada hay peor que las opiniones inamovibles y fijas y con tanto tiempo pasado hay que volver a ella para estudiarla y así reafirmar o transformar el parecer: es exactamente lo que estoy haciendo con las películas con Velázquez y lo que me gustaría poder hacer con cientos de películas que, con lupa en mano, se observan y analizan más claramente. Lupa en mano, así, se evidencia que El orfanato no es una banda sonora perfecta por su incoherencia, por ser confusa (ver vídeo): es una pena que se celebre solo porque la música es bellísima, que lo es. Lupa en mano, también, se evidencia que Lo imposible sí es una banda sonora perfecta, por cómo la música llega a un estadio diferente del que partió (ver vídeo): Es una pena que se celebre solo porque la música es bellísima, que lo es. A A Monster Calls aún le he de poner lupa, lo que haré en breve.
Esta tarde iré a ver La sociedad de la nieve y en cuanto regrese a casa publicaré mis impresiones. Tengo muchas ganas y grandes esperanzas de encontrarme no solo con buena música sino sobre todo con música inteligente. La he escuchado, lo que no suelo hacer nunca antes de ver un filme, y lo que intuyo que explica me encanta. Ojalá sea así y de aquella pizza surja una de las bandas sonoras más espléndidas de un año tan necesitado de ellas.