Este fin de semana se entregan los Oscar y es posible que sea la última oportunidad que tenga Marc Shaiman de ganarlo en su carrera, tras cinco derrotas anteriores. En esta edición compite por partida doble, por la canción The Place Where Lost Things Go y por la música de Mary Poppins Returns, película que le ha devuelto a una primera línea tras una temporada en la que el cine le tenía algo olvidado: desde su último gran éxito artístico y comercial, South Park: Bigger, Longer & Uncut (99) ha firmado una docena de filmes no muy relevantes. De hecho la película de Trey Parker es la que le llevó por última vez a la ceremonia de los Oscar, donde competía por la canción satírica Blame Canada.
El Oscar a la mejor canción parece inalcanzable: mucho más favorita es Shallow, de A Star Is Born, que más allá de sus propias virtudes puede servir para premiar a Lady Gaga allá donde seguramnente no se la premiará, en la categoria de mejor actriz protagonista en la que compite por la misma película. Pero el Oscar a la mejor música, a pesar de tratarse de un musical, no lo tiene cantado: de momento Shaiman no ha ganado ni un solo premio relevante al que haya sido finalista. ¿Se le escapará el Oscar? Sería un mazazo.
De las nominadas, creo que la que más se merece el premio es Isle of Dogs, de Alexandre Desplat, por su exquisita sofisticación que tanto ayuda al conjunto del filme de Wes Anderson. Es un trabajo complejo, artesanal, sumamente cuidadoso y creo que sin mancha alguna. No es ni la mejor banda sonora de su autor ni tampoco está entre las más relevantes del género, pero funciona como el mecanismo de un reloj. Muy de cerca, y en orden de mis preferencias, sitúo a la sencilla y elegante If Beale Street Could Talk, de Nicholas Britell, que aplaudo por su contención y porque es muy útil para clavar firmemente al espectador en la referencia del amor incondicional de los dos protagonistas, que se mantiene a pesar de sus complicadas vivencias: ellos evolucionan pero la música que les presentó como pareja unida se mantiene intacta, lo que hace que quede claro que su unión es inquebrantable.
No puedo celebrar la banda sonora de BlacKkKlansman, de Terence Blanchard, cuando se sustenta en un tema repetido sin ninguna pretensión narrativa ni dramática. Y tampoco veo motivos de celebración en la banda sonora de Ludwig Göransson para Black Panther, que es tan vistosa en su forma como vacía en su contenido... pero que es la gran rival que tiene Shaiman para ganar el Oscar.
Mi opinión sobre la banda sonora de Shaiman ya la he expuesto en MundoBSO y me reitero tras haber visto dos veces el filme que es -a mi parecer- un musical a quien la propia música perjudica, con canciones estupendas y otras que distan mucho de serlo. Pero no es en absoluto un trabajo desdeñable, y de hecho como también me he posicionado la parte instrumental es magnífica. Si hace unos años Ennio Morricone ganó el Oscar como compensación, con una banda sonora que seguramente no lo merecía, creo que en esta edición toca hacer lo propio con Marc Shaiman, pero esta vez con una banda sonora que tiene puntos a favor para merecerlo. Difícilmente el compositor tendrá nuevos proyectos que le den esta oportunidad, y por su brillante y encomiable trayectoria premiarle con el Oscar es una recompensa merecida.