Hay compositores que por motivos a veces azarosos y ajenos a su voluntad acaban adquiriendo un aura mítica, casi legendaria, pero que esconde una realidad más amarga, también injusta. Elliot Goldenthal es uno de ellos: su irrupción en la década de los noventa fue muy sonada, con filmes de entre otros Neil Jordan y Michael Mann, dos nominaciones al Oscar por las contundentes Interview with the Vampire (94) y Michael Collins (96), varias películas más de éxito (como sus dos participaciones en la saga Batman) y finalmente la doble nominación y el Oscar conseguido por Frida (02) Sus músicas por lo general eran admiradas por su personalidad y por lo bien que funcionaban en el cine. ¿Qué pudo fallar?
Con Frida tuvo un encontronazo importante con el hoy solo miserable pero entonces además poderoso Harvey Weinstein. Tras un pase privado el magnate comenzó a gritar a la directora Julie Taymor -la compañera sentimental de Goldenthal- para luego encararse con el compositor (que hizo la película sin cobrar prácticamente nada) y gritarle: ¡No me gusta nada tu cara! ¿por qué no defiendes a tu mujer y así puedo molerte a hostias?... pero ese incidente (que se relata en el libro de Stephan Eicke) no parece que fuera perjudicial para una carrera que se proyectaba en línea muy ascedendente.
El punto de inflexión en su carrera y, por encima de ello, en su vida fue el accidente casi mortal que sufrió en diciembre de 2005 cuando cayó al suelo y sufrió daños cerebrales que afectaron a su habla aunque no a su capacidad creativa y pudo seguir componiendo... pero el cine parecía haberse olvidado de él. Aparentemente él mismo quiso desentenderse del cine blockbuster y concentrarse en películas pequeñas y artesanales, o eso es lo que afirmó en una entrevista, pero en su filmografía posterior tampoco hay demasiadas películas pequeñas y artesanales, sino las que ha podido hacer con Taymor, una más con Michael Mann y una demasiado pequeña para su talento titulada Our Souls at Night (07), de la que ni tan solo hay banda sonora editada. La realidad es que el antaño tan solicitado compositor hoy solo hace cine cuando su mujer dirige, y aunque eso pueda engrandecer ese aura mítica que he mencionado es un amargo crepúsculo no solo para el propio Goldenthal sino también para una manera de hacer y entender la música de cine que la industria hollywoodiense considera desfasada, anticuada, obsoleta y poco comercial, que ya no reconoce a Goldenthal como uno de sus grandes aportes. Ojalá con The Glorias (20), que acaba de estrenarse, consiga ese re-conocimiento. El nuestro y el de muchísimos aficionados nunca lo ha perdido.