Hoy se estrena la primera parte de la tetralogía Horizon: An American Saga (24), monumental western con el que Kevin Costner y por la parte que nos toca John Debney aspiran a condensar la Historia de Estados Unidos en los años anteriores y posteriores a su Guerra Civil. Hay una segunda entrega preparada para su estreno en agosto pero las otras dos están en el aire. No es descartable que sea un proyecto abortado si, como se prevé, las dos primeras películas no funcionan en taquilla. De ser así la de Debney -y era su mejor oportunidad en años- acabará siendo una banda sonora incompleta.
Ví ayer la película en un pase para los medios y aunque nunca pienso en estas cosas esta vez sí pensé, tras los formidables primeros minutos del filme, que Debney iba a recibir por fin una segunda nominación al Oscar, veinte años después de su maravillosa The Passion of the Christ (04). Pensé eso, también en la de veces que escuchamos lo de que la música de cine ha muerto, y sobre todo en que Debney necesitaba imperiosamente que los grandes y vastos escenarios donde transcurre la epopeya le permitieran mostrar y demostrar, a la industria pero también al gran público, que es uno de los compositores actuales más grandes y mejores pero injustamente condenado a trabajar en los proyectos menores y peores. Las críticas que está recibiendo la película no son nada positivas. A mitad de película mi cuarto pensamiento fue que esta gigantesca epopeya podía acabar siendo el Heaven's Gate de Michael Cimino: un monumental fracaso. Ojalá me equivoque, pero me temo que será así, y si es así poco ayudará a Debney su talento compositivo pues él también será señalado por la industria e ignorado por el público. Es la ley del cine, donde se dispara sin piedad al que tropieza y cae.
Ya he publicado mis consideraciones sobre la música del filme y lamentablemente no me es posible defender el resultado ofrecido por muy bella -y es bellísima- que sea la música y por los espléndidos momentos puntuales y repartidos a lo largo de tres horas que se logran con la aportación de Debney. Tiene 67 años, no es una persona joven pero sí demasiado viejo para una industria que no quiere arrugas en los compositores, metafóricamente hablando. Fuera de la afición creo que prácticamente nadie le conoce o sería capaz de identificar una música suya con él. Y los que le conocemos sabemos de la excelencia que ha alcanzado en no pocas ocasiones. Pero Debney necesita películas a su altura y dejar de ser llamado para aquellas que están por debajo de su estatura. Veremos si Horizon: An American Saga es esa oportunidad tan anhelada o resulta perdida, pero siempre hay que reivindicarle como uno de los más interesantes y excelentes compositores que tiene el cine USA actualmente.