El tráiler y el teaser son herramientas promocionales y publicitarias que sirven para atraer la atención sobre una película. No descubro nada al remarcar su absoluta importancia para que el filme exista, al menos en la consideración de la gente como opción para elegir ver. Un filme sin trailer probablemente sea un filme invisible y en los tiempos presentes, donde puede ser subido a YouTube o expandido en redes sociales sin coste alguno o a precio irrisorio, es una oportunidad que nadie en su sano juicio desaprovecharía.
El tráiler es publicidad y como tal incluye un resumen/avance/extracto o momentos destacados para hacer la película atractiva e interesante al público. ¡Tampoco descubro nada con esto!. Sin embargo, no son pocos los tráilers en los que se excluye de modo deliberado la música original que hay en el filme y se incluye una música ajena, que no existe en ese filme. Formalmente esto es una publicidad engañosa.
Un ejemplo:
Este tráiler de Bridge of Spies no solo no incluye la música de Thomas Newman sino que se atreve a incluir una música de acción que en absoluto se corresponde con lo que es el filme, que no es una película de dinámica y enfática acción. Subliminal o no subliminalmente se hace uso de una música falsa para hacer creer que la película será lo que finalmente no va a ser. Y me pregunto por qué no hay espectador que, atraído por esa perspectiva de entretenimiento, no reclame a la productora por haberle engañado al incitarle a gastarse su dinero para comprar la entrada de un espectáculo que finalmente no es lo que le explicaban en ese tráiler. Pero ese espectador que sí reclamará a una agencia de viajes si el hotel o apartamento no cumplen con lo anunciado, no lo hará porque no advertirá ni tan solo recordará que es la música la que le había engañado. A lo más, se quejará si no le ha gustado la película porque no tiene tiros ni persecuciones de coches... pero su dinero no lo va a recuperar! Este trailer es, a todos los efectos, publicidad engañosa.
Y como este el lector recordará muchos más.
La música, esa maravillosa herramienta de manipulación que tantos beneficios aporta al cine hasta el punto de poder ser considerada cine en sí misma, es empleada en estos propósitos de manera perversa y deshonesta. Nunca entenderé la razón por la que se puede engañar a la gente y salir indemne de ello, cuando por ejemplo una agencia de viajes deberá dar satisfacción a su cliente si lo ofertado no es finalmente lo ofrecido. No debería estar permitido, simplemente.
Se podrá poner como excusa que -al menos en algunas ocasiones- aún no se tiene completada la película con su música pero ya se debe lanzar el tráiler. Strictu sensu... si la película no está concluida, ¿qué es lo que se está mostrando? Pero si fuera el caso ¿no debería la música del anuncio tener sincronía con la que finalmente estará en la película? ¿no será que, en el fondo, hay miedo a que la música real asuste a los posibles compradores?. El trailer de The Hateful Eight es, creo, bastante revelador: Ennio Morricone salta del carromato y en su lugar entran músicas que no aparecen en el filme y que en el trailer aportan mucho ritmo y un aire casi de video-clip. Como publicidad, estupenda. Pero-no-es-la-película y, por tanto, es un engaño.
Quizás esté siendo demasiado radical en este planteamiento, pero la música de una película debe ser respetada y considerada en la publicidad de esa película, porque también es la película. ¿Acaso se reemplaza al director de fotografía, a algún actor o diálogos en el tráiler? Y si por la razón que sea no se puede emplear la música del filme, que la del trailer la haga el mismo compositor para mantener el color. Y si por la razón que sea el compositor no puede hacer música para el trailer, que otro lo haga pero respetando su espíritu y, sobre todo, no haciendo uso de algo tan supremo como es la música para engañar a la gente. No cuestiono que publicidad y película sean cosas diferentes pero sí la mentira de la publicidad engañosa y que se haga uso de música falsa para ello.
Este es un tráiler honesto:
No hay ninguna necesidad de utilizar la música para engañar deshonestamente al espectador. Por respeto a la música y al compositor que trabaja en ese filme, pero sobre todo por respeto a la gente.