Hace una semana que TV3 emitió el programa Retrats, de Jaume Barberà, con la larga y dolorida entrevista a Carles Cases, donde el compositor expuso su dramática situación profesional y económica. Desde entonces solo MundoBSO (en el editorial anterior, Devastador Cases) y someramente la columna televisiva de Ferran Monegal en El Periodico de Catalunya le hemos dedicado espacio.
Carles Cases, uno de los más grandes talentos que hay en el ámbito musical y cinematográfico de nuestro país, ha sido ninguneado en los medios de comunicación generalistas y, lo que es más inaceptable, no ha merecido ni una línea de atención en las webs de bandas sonoras, salvo MundoBSO. Indiferencia completa. Si la televisión norteamericana emitiera una entrevista donde un compositor norteamericano de prestigio expusiera que lleva cuatro años sin ingresos, coparía los comentarios, las entradas de textos, los artículos, las rasgaduras de vestimentas y las redes sociales se llenarían de elogios. Pero a Carles Cases no le han hecho ni caso.
Esto no deja de ser un aviso a navegantes para aquellos que realmente creen en la sinceridad de los elogios y confían en algunos compromisos en lo que respecta a la defensa de la música y los compositores. También, por supuesto, de la industria en general: la indiferencia genera más indiferencia y la falta de reacción ante lo expuesto por Cases lo condena a tener que contar solo con el factor suerte para poder salir del bache en el que se encuentra. No me refiero, es claro, a la reacción de aficionados y particulares, que sí la ha habido y ha sido afectiva, sino a quienes tienen plataformas y no han hecho uso de ellas. Su indiferencia contribuye a generar más indiferencia.
En el anterior editorial expuse las circunstancias y las denuncié. También fui crítico con algunas actitudes del compositor, porque se pueden denunciar graves circunstancias evitando ser complaciente y por supuesto adulador. Pero del mismo modo que sostengo que Cases no ha sido hábil ni probablemente voluntarioso para mantenerse en el medio cinematográfico, sostengo que algunos de sus razonamientos son dolorosamente ciertos. Y que ante ellos no pocos sucumben.
El trato que dispensan algunos directores, ejecutivos y/o productores a los compositores es bochornoso. Es la otra cara de la moneda de lo que cuestioné en Cases y, lamentablemente, es la que más cuenta. La actitud de un compositor puede ser corregida, pero hay otras actitudes que parecen condenadas a ser incorregibles. Llevo muchos años escuchando barbaridades, auténticas barbaridades que provienen de gente que tiene poder de decisión pero ninguno de convicción. Y porque no convencen, imponen. Y allá donde el compositor debería ser alguien con quien dialogar, incluso negociar para llevar a la película al mejor lugar, parecen solo verlo como un obstáculo al que someter. Afortunadamente muchos no son así, pues no son pocos los directores o productores inteligentes y con conocimiento o, si no lo tienen, con apertura mental para escuchar propuestas. ¿Qué les falta a los que no saben tener tratos respetuosos con el compositor? En mi opinión, desconocimiento completo sobre qué se puede hacer con la música. Y en su inseguridad se vuelven dictadores. Falta conocimiento, mucho conocimiento.
Desde que publiqué la semana pasada el editorial, he recibido muchos mensajes de compositores, todos de modo privado y de todos ellos guardaré celosamente la privacidad y discreción (como siempre he hecho). Pero las pesadillas son bastante comunes: "copia esta música", "baja los violines" (¡¡pero-si-no-tienes-ni-idea-de-música!!), "no cobrarás pero te estamos haciendo un favor", "yo tengo un Goya y tú eres solo compositor", "la música no me llega" (¿qué demonios significa "no me llega"?) o el "vuelve a hacerla" cuando el inepto del director no ha sabido explicar lo que quiere, que es la mayor parte de las veces.
A ello (lo he resumido muy esquemáticamente) se suma el saqueo a los honorarios vía derechos editoriales impuestos e impostados -de lo que hablaré en otro editorial- faltas de respeto varias, desconocimiento de tiempos y un etcétera larguísimo de menosprecios y faltas de aprecios que pueden llevar al compositor al colapso.
Y si en el editorial de la pasada semana afirmé:
"Si un compositor -aviso a navegantes, porque no son pocos los que conozco con altas cualidades en lo creativo y bajas habilidades en lo diplomático- quiere dedicarse al fascinante medio cinematográfico debe empezar entendiendo que el cine es un equipo y el director no es ese que "te trata como si fueras un taxista" (palabras suyas en la entrevista), sino alguien que también tiene opinión y que si no la compartes tendrás que hacer diplomacia y seducción para hacerle cambiar de parecer, no enviarle a hacer puñetas."
El editorial de esta semana es la otra cara de la moneda y señalo y denuncio a esos directores que tratan al compositor "como si fuera un taxista". Las batallas son muchas y la guerra no está aún decidida, pero trabajaremos para que los compositores de cine sean respetados y no pisoteados, porque no hay ninguna necesidad de quemar a gente con talento que está para sumar pero que lo que finalmente reciben es la resta de la indiferencia global.
P.D.: como tributo a Cases, acompaño un vídeo elaborado por Dion Baillargeon, amigo de MundoBSO, en el que sustituye la fantástica música de John Williams por el tema "el maletín", compuesto por Cases para la película Negro Buenos Aires (09). Su propósito no es compararlas, sino demostrar cómo la extraordinaria calidad, personalidad y estética de la música de Cases se adecua a cualquier película comercial. Ojalá los cineastas de este país (o de otro) se den cuenta del enorme valor y talento del compositor.